En ocasiones, una discusión amistosa, aparentemente inofensiva, se puede tornar agresiva e improductiva.
Las diferencias surgen, en su mayoría, con la elección equivocada de términos. Por otra parte, si se hace de manera pacífica, se puede lidiar con posiciones distintas.
¿Qué hacer?
Omitir palabras que destruyen: ‘Tú siempre’, ‘no es cierto’, ‘no quiero’, ‘no tienes la razón’.
Utilizar palabras que construyen: ‘A veces tú’, ‘entiendo tu punto de vista’, ‘sin embargo sugiero’, ‘preferiría’, ‘comprendo tu idea’, ‘pero considero que…’.
El uso de frases que descalifican trae una carga negativa a la conversación. Lo contrario sucede si el mensaje incluye los puntos de vista del otro y las diferencias pueden comunicarse de forma amable.
La implementación de herramientas sanas de conversación con amistades, pareja y familia funciona.
¿Cómo se dicen las cosas y qué vocablos se utilizan? Hay que ser directo, amable y enunciar lo que realmente se desea.
Por ejemplo: con las afirmaciones, ‘la cocina está sucia ‘o ‘el día está muy lluvioso’, no hay oportunidad de réplica porque no hay una señal explícita de molestia. Por el contrario, cuando se expresa un sentimiento o intención respetuosa, la comunicación fluye.
En este orden de ideas, es mejor usar ‘la cocina está sucia, ¿podrías barrerla?’ o ‘como está lloviendo no iremos de día de campo, ¿a qué otro lugar podemos salir?’.
Pensar antes de hablar.
Es fundamental preguntarse si el método comunicativo con otra persona es positivo o negativo.
Imaginar la reacción propia ante un argumento es ideal para comunicar las ideas de una mejor manera. La respuesta da los límites para construir y no destruir.
Dos expresiones mágicas.
En relaciones de pareja, decir ‘me importas y te valoro’ abre el corazón de las mujeres. Este enunciado da la posibilidad de negociación e intimidad.
El hombre se siente seguro, necesitado y valorado por su pareja cuando dice ‘confío en ti’.