Goscinny vivió en Buenos Aires entre 1928 y 1945, época de gloria de Patoruzú, una tira de Dante Quiterno que contaba las aventuras de un indio de origen patagónico, de fuerza sobrehumana y pulgar desmedido. Otro personaje era Upa, su hermano menor, de enorme barriga y apetito feroz.
Inevitable establecer un paralelo con Asterix y su amigo Obelix, pero Goscinny nunca admitió esa inspiración en la creación de su personaje que nació 14 años después de su partida de Argentina, dibujado por Albert Uderzo.
“Se dice mucho que Patoruzú, personaje célebre de la historieta argentina, pudo haber inspirado a Goscinny. Sin dudas, pero no creo que lo haya copiado, sino que cuando Goscinny vivía en Argentina, Patoruzú era un éxito, vendía un millón de ejemplares”, declaró Leopoldo Kulesz, editor argentino de Libros del Zorzal, que se dispone a sacar la colección completa de la tira.
“Sí, Patoruzú fue una influencia más de las que Goscinny tuvo aquí en Buenos Aires. Goscinny era un genio”, agregó el editor que pretende “una traducción lo más fiel posible al estilo Goscinny, porque los chicos se lo merecen”.
La exposición “Asterix en Buenos Aires!” inaugurada el viernes en el Centro Cultural Recoleta, es una co-producción entre la Embajada de Francia y la alcaldía capitalina.
“Se habla de muchas inspiraciones, pero las influencias son muy difíciles de determinar. Hay una vinculación con un indio que se llama Upa, que es grandote y panzón de cabeza pequeña como Obelix. Y Patoruzito (Patoruzú de pequeño) que tiene una fuerza sobrenatural”, afirma el ministro de Cultura capitalino, Hernán Lombardi.
De Francia a Argentina
La exposición es la misma muestra que se vio en la Biblioteca Nacional de Francia a principios de 2014, pero traducida al español y con algunos guiños sobre el paso de Goscinny por Argentina.
Exprofesor de matemáticas de la Universidad francesa de Jussieu, Kulesz emprendió la edición en español de los 24 libros de Asterix, pero con una traducción adaptada a lectores latinoamericanos ya que los libros vendidos en la región fueron traducidos en España en los años 1970.
“Era necesario, no sólo para que se entienda aquí, pero además porque la traducción al español de España no es fiel a Goscinny. Esa traducción está llena de galicismos que cambian el sentido”, asegura el editor argentino.
Según Kulesz, que se desvive hace seis meses por encontrar la mejor interpretación de los textos, “el sentido del humor de Goscinny es muy difícil de traducir, algunas cosas son intraducibles”.
La influencia argentina
En los pasillos de la exposición, Tomás Bagnoli, un profesor de inglés de 26 años, lee globos de diálogos donde se recuperan las míticas frases de Asterix. “Me encanta. Miraba Asterix en la tele todos los domingos al mediodía. Acá en Argentina, todo el mundo lo conoce. También leía Patoruzú, pero es más de la generación de mi abuela”, confió a la AFP.
Hugo Maradei, director del Museo del Humor de Buenos Aires, sostiene que Patoruzú y Asterix representan personajes autóctonos que resisten al invasor: “serían como héroes que representan a sus países. En ambos, aparecen el tema de la emigración, de la pertenencia ancestral. A nosotros, los argentinos, nos gusta decir que Patoruzú tuvo una influencia en Asterix”, admitió.
En la exposición, se pueden ver los primeros dibujos de Goscinny, que habían sido publicados en una revista del desaparecido Collège Français de Buenos Aires, al que concurría antes de 1945.
Algunos simpatizantes del club de fútbol Racing sostienen que la influencia fue tal que Obelix lleva un pantalón a rayas verticales blancas y azules por los colores de su camiseta, pero también podrían ser los colores de la bandera argentina.
Las aventuras de Asterix y su banda de amigos galos fueron publicadas por primera vez en Francia el 29 de octubre de 1959 en la revista Pilote.
Hasta ahora, más de 350 millones de libros de Asterix fueron vendidos en el mundo y traducidos en 111 idiomas.