Los robots y la Inteligencia Artificial siguen avanzando y participando en cada vez más actividades humanas, incluida la religión. Aunque un estudio reciente revela que los predicadores robot y los programas de IA relacionados con el clero aún no gozan de gran credibilidad.
Según una investigación publicada por la Asociación Americana de Psicología, a medida que la Inteligencia Artificial se expande a más profesiones, los predicadores robot y los programas de IA ofrecen nuevos medios para compartir creencias religiosas, pero pueden minar la credibilidad y reducir las donaciones de los grupos religiosos que confían en ellos.
“Descubrimos que las personas que veían al robot dar el sermón eran menos propensas a hacer donaciones al templo y estaban menos dispuestas a difundir el mensaje del sermón que habían escuchado”, explica a Metro Joshua Conrad Jackson, investigador principal y profesor adjunto de la Booth School of Business de la Universidad de Chicago.
Para llegar a esta conclusión, un grupo de investigadores, dirigido por Jackson, realizó varios experimentos de campo con robots religiosos y programas de Inteligencia Artificial para observar las reacciones de la gente y el nivel de confianza y donaciones que generaban.
En el primer experimento, probaron el robot humanoide Mindar en el templo budista Kodai-Ji de Kioto (Japón). Tiene un rostro de silicona de aspecto humano con labios móviles y ojos parpadeantes sobre un cuerpo de metal, y pronuncia sermones de 25 minutos sobre los principios budistas en el Sutra del Corazón con sonido envolvente y proyecciones multimedia.
Los investigadores encuestaron a 398 participantes que salían del templo tras escuchar un sermón pronunciado por Mindar o por un sacerdote budista humano. Los participantes consideraron que Mindar era menos creíble y donaron menos que los que escucharon al sacerdote humano.
En otro experimento realizado en un templo taoísta de Singapur, la mitad de los 239 participantes escucharon el sermón de un sacerdote humano y la otra mitad el de un robot humanoide llamado Pepper. El resultado fue similar: el robot fue considerado menos creíble e inspiró menos donaciones. Los participantes que escucharon el sermón del robot dijeron que era menos probable que compartieran su mensaje o distribuyeran folletos para apoyar al templo.
Aunque los participantes consideraban más creíbles a los predicadores humanos, la competencia con los robots estaba reñida. En una escala de 1 a 5, siendo 5 la máxima credibilidad, los predicadores robot recibieron una puntuación media de credibilidad de 3,12, frente al 3,51 de los predicadores humanos.
En un tercer experimento participaron 274 cristianos estadounidenses que leyeron un sermón por Internet. A la mitad de los participantes se les dijo que había sido escrito por un predicador humano, mientras que a la otra mitad se les dijo que el sermón había sido generado por un programa de IA muy avanzado. Los participantes del grupo del sermón de IA dijeron que el sermón era menos creíble porque consideraban que el programa era menos capaz de pensar o sentir como un humano.
“Los robots y los programas de IA no pueden sostener verdaderamente ninguna creencia religiosa, por lo que las organizaciones religiosas pueden ver disminuir el compromiso de sus congregaciones si confían más en la tecnología que en líderes humanos que puedan demostrar su fe”, concluyó Jackson.
Robots religiosos
SanTo
Este robot creado por el profesor Gabriele Trovato es una estatuilla colocada dentro de una hornacina que, al activarse, pregunta a la persona que tiene delante: “¿Cómo te llamas, hijo mío?”. Así comienza su conversación, en la que relata la biografía del santo del día, responde a preguntas de interés teológico e incluso ofrece consejos utilizando citas de los Padres de la Iglesia o de santos contemporáneos significativos.
Mindar
Mindar es un sacerdote andrógino robótico capaz de pronunciar sermones que sirven para estimular las enseñanzas budistas. Los visitantes del templo budista de Kioto (Japón) pueden disfrutar de él recitando en una sala contra la vanidad, la ira y el ego, además de advertir a los hombres sobre el peligro del deseo.
Sacerdote robot budista
La empresa japonesa Nissei Eco Co ha introducido una nueva función para el robot humanoide “Pepper” de SoftBank: Sacerdote budista de alquiler para funerales. El robot, que entona sutras con voz computerizada mientras toca el tambor, podría sustituir a un sacerdote cuando éste no esté disponible, y sus servicios cuestan menos que los del sacerdote humano.
Entrevista
Joshua Conrad Jackson
profesor de la Escuela de Negocios Booth de la Universidad de Chicago.
P: ¿Por qué están surgiendo predicadores robot y programas de inteligencia artificial?
- No sabemos por qué, pero parece formar parte de una tendencia más amplia en la que la automatización se está filtrando en todos los sectores laborales.
P: ¿Cómo funcionan este tipo de robots y programas?
- Son diferentes según el lugar. Mindar se sitúa en una sala y recita un sermón mientras luces y sonidos suenan por toda la sala. Otros robots tienen funciones diferentes. En 2017, el robot “Bless-U-2″ se instaló en la Iglesia Estatal Luterana de Wittenberg, donde lee bendiciones en cinco idiomas. El robot SanTO, que funciona con IA, se distribuyó en 2019 a los católicos sudamericanos con la promesa de escuchar confesiones y ofrecer estímulos personalizados de la Biblia.
P: Cuéntenos más sobre sus experimentos.
- Realizamos dos estudios de campo. En el primero, encuestamos a las personas que salían del templo Kodai-ji y les preguntamos si habían visto a Mindar dar un sermón o no. Descubrimos que las personas que habían visto a Mindar donaban menos al templo. En el segundo estudio, colaboramos con un templo taoísta y elegimos al azar si la gente escuchaba el sermón de un robot o de una persona. Descubrimos que las personas que veían al robot dar el sermón eran menos propensas a donar al templo y estaban menos dispuestas a difundir el mensaje del sermón que habían escuchado.
P: ¿Por qué los robots tienen menos credibilidad y reciben menos donaciones?
- La gente percibe que los robots tienen menos capacidad mental que los humanos, sobre todo en su capacidad de sentir y comprender, pero también en su capacidad de pensar y decidir. Estas cualidades de percepción de la mente son esenciales para cultivar la credibilidad: un robot no puede creer auténticamente en agentes sobrenaturales si no tiene la capacidad de creer, y no puede adoptar un comportamiento potencialmente costoso, como el celibato, si no es capaz de sentir el costo. A diferencia de las élites religiosas humanas, que profesan un profundo compromiso con su fe que les lleva a sacrificar tiempo y bienes materiales, los robots simplemente están programados para dar sermones o bendiciones sin una auténtica comprensión, compromiso o sufrimiento por su grupo religioso.