PRATTVILLE, Alabama, EE.UU. (AP) — No hay una forma indolora de explicar la historia de una estructura masiva de ladrillo que está siendo renovada para convertirla en apartamentos en esta ciudad del centro de Alabama, una fábrica que desempeño un papel crucial en la expansión de la esclavitud antes de la Guerra Civil.
Construida en la década de 1830, la labor de la gente de raza negra esclavizada ayudó a convertirla en la mayor fabricante de desmotadoras de algodón del mundo, una innovación que impulsó la demanda de mucho más esclavos con el fin de recoger algodón que pudiera ser procesado rápidamente en cantidades mucho mayores que antes, dicen los historiadores.
El proyecto para transformar los cinco edificios históricos de la fábrica en 127 viviendas de lujo tiene muy complacidos a muchos en la ciudad de casi 40.000 habitantes de que una construcción antigua local se salvará de ser demolida. La presencia de nuevos residentes que se muden el año próximo será benéfica para las tiendas y restaurantes de la avenida principal.
Pero en un momento en que hay un debate en Estados Unidos sobre cómo enseñar la historia, el proyecto multimillonario también demuestra la dificultad de narrar la complicada historia de un sitio en una forma que honre al pasado y a la vez no genere alarma de “consciencia contra las injusticias sociales” en una comunidad profundamente conservadora.
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El comercio trasatlántico de esclavos fue declarado ilegal en 1808, y la esclavitud ya estaba en declive antes de que Eli Whitney inventara la desmotadora de algodón para separar las fibras blancas del algodón de las semillas, la cual agilizaba mucho el trabajo. La demanda de mano de obra sin sueldo se incrementó muchísimo y miles de personas fueron vendidas a plantaciones, donde las desmotadoras hicieron que el cultivo de algodón fuese más rentable que nunca.
El homónimo de Prattville, Daniel Pratt, se convirtió en el primer gran empresario de Alabama en este contexto, mudándose al sur desde Nueva Hampshire e iniciando un negocio para producir desmotadoras varios años después.
Pratt diseñó el poblado donde instaló su compañía a unos 24 kilómetros (15 millas) al noroeste de la capital estatal con el fin de que fuese parecido a las comunidades de Nueva Inglaterra de su pasado. Con una distribución física concordante con unos valores fundamentados en el trabajo, la educación y la fe, hizo que los trabajadores erigieran una iglesia, escuelas y tiendas cerca de la fábrica. Su tumba yace encima de una colina con vista a la ciudad, donde es aclamado como un modelo de virtud.
La esclavitud siempre formó parte de la operación, según “Daniel Pratt de Prattville: un empresario del norte y un poblado del sur”, la historia considerada de mayor autoridad sobre el tema escrita por Curt John Evans.
En 1837, Pratt usó a cuatro mecánicos esclavizados como garantía para un préstamo bancario de 2.000 dólares con el fin de adquirir un poco más de 800 hectáreas (2.000 acres) a lo largo del arroyo Autauga para lo que se convertiría en Prattville, y luego utilizó más mano de obra de esclavos para despejar esos terrenos pantanosos, según el libro.
Pratt pretendía enseñarles a los blancos sureños pobres el valor del trabajo manual, que en general era considerado labor de las personas negras esclavizadas antes de que el sur se industrializara, y para la década de 1850 la mayor parte de la mano de obra de la fábrica estaba formada por personas blancas. Pero cuando la producción se rezagó, Pratt cambió a los supervisores y adquirió esclavos experimentados con el fin de que hicieran el trabajo crucial que los blancos no hacían. Evans escribió que, para 1860, Pratt era dueño de 107 esclavos. Durante la Guerra Civil, él equipó a toda una unidad de caballería de la Confederación y fue elegido a la legislatura secesionista de Alabama.
Gran parte de esa historia fue incluida en la documentación que derivó en que el Distrito Histórico Daniel Pratt fuera incluido en el Registro Nacional de Sitios Históricos en 1984.
Sin embargo, en el sitio web del nuevo desarrollo arquitectónico sólo se mencionan fragmentos de la historia —y nada sobre la esclavitud_, y los vínculos de la fábrica con la mano de obra esclavizada rara vez son mencionados en la ciudad, cuya población es blanca en un 75% y tiende a votar por los republicanos.
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Algunas personas en Prattville se han quejado acerca del nombre del nuevo desarrollo habitacional —The Mill at Prattville (El molino en Prattville)_, diciendo que era una fábrica, no un molino. Otros alegan que convertirla en apartamentos es casi humillante para su historia de haber sido el principal fabricante de desmotadoras de algodón.
Su historia de opresión racial es aún más difícil de abordar que cualquiera de esas otras cosas.
Bill Gillespie Jr., de 64 años, ha vivido toda su vida en Prattville y es el alcalde, pero fue necesario que viera un programa de Discovery Television difundido hace algunos años con el título “Mysteries of the Abandoned” ("Misterios de lo abandonado") para que captara el vínculo entre la fábrica de desmotadoras de algodón y la esclavitud, que el programa expuso por medio de tomas de video de la planta abandonada.
“Hasta que vi eso, ni siquiera había captado ese vínculo”, señaló Gillespie, de raza blanca.
Deborah Taylor Robinson, que es negra y cuyo padre y otros parientes trabajaron en la planta, dijo que muchos en la comunidad de raza negra saben de los vínculos de la fábrica con la esclavitud, incluso si no se habló abiertamente del tema a lo largo de los años.
“Creo que simplemente a la gente aún no le agrada hablar de ello”, señaló. “Las personas se ponen tensas y nerviosas al hablar de ello”.
Al otro lado de un puente desde los edificios donde ahora hay trabajadores instalando muros y plomería, el Museo Prattaugan —cuyo nombre combina el de “Prattville” y el nombre del condado, Autauga— contiene gran cantidad de información acerca de Pratt, los edificios y la fabricación de desmotadoras. Pero no se enfoca tanto en las personas comunes, de raza negra y blanca, que trabajaban en la fábrica.
Betty Sharon Reed, que es negra e impartió clases de historia en la ciudad durante años antes de retirarse en 2005, dijo que Daniel Pratt se merece elogios, pero también debe dársele reconocimiento a las personas esclavizadas y a otros trabajadores que formaban la columna vertebral de su imperio empresarial, y la relevancia de la fábrica para la sangrienta fractura de Estados Unidos durante la Guerra Civil debería ser conocida más ampliamente.
“Más de un historiador ha afirmado que, si no hubiera sido por la creación de la desmotadora de algodón, la esclavitud se habría extinguido. En la forma en que ocurrió, necesitaban más personas para que trabajaran el algodón. Así que, ¿qué hicieron? Obtuvieron más esclavos”, manifestó. “(En la actualidad) mucha gente dice: ‘Yo no fui, fueron mis antepasados’. Pero eso es lo que pasó”.
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En campaña para ser reelegida en unas primarias republicanas con nueve aspirantes que la obligaron a inclinarse hacia la derecha este año, la gobernadora Kay Ivey especificó claramente cuál es su posición con respecto a añadir contexto fresco acerca de la raza y la historia a la educación.
“A nuestros niños no les enseñamos a odiar”, declaró Ivey en un anuncio en televisión en el que se le llamaba “Firme como (Donald) Trump”.
La reelección de Ivey con casi el 67% de los votos deja entrever lo difícil que podría ser incorporar el tema de la esclavitud en una narración más amplia de la historia de los edificios, donde una vivienda de tres recámaras se alquilará en 2.140 dólares mensuales. Probablemente entre los residentes habrá trabajadores estatales y federales de Montgomery, y si la conformación demográfica del área puede servir de guía, la mayoría serán de raza blanca.
A pesar de una historia tormentosa que incluye ser la cuna de la Confederación, del gobierno supremacista blanco, de atentados del Ku Klux Klan y la elección del gobernador segregacionista George C. Wallace a cuatro periodos en el puesto, Alabama es considerada líder en el campo de la promoción de la historia de las personas de raza negra y del turismo relacionado con la defensa de los derechos civiles, según el historiador Brent Leggs.
A nivel nacional, pocos, si es que alguno, sitios comerciales con vínculos a la institución de la esclavitud conmemoran ese aspecto de la historia, dijo Leggs, vicepresidente sénior del Fideicomiso Nacional para la Preservación Histórica y director ejecutivo de su Fondo de Acción para el Patrimonio Cultural Afroestadounidense. Algunas plantaciones antiguas están abiertas para recorridos y eventos, pero hacen poco para reconocer a los esclavos que vivían y trabajaban allí.
En combinación con los sitios de Alabama relacionados con la lucha por los derechos civiles y el memorial nacional a los linchamientos, este proyecto podría lograr algo único al abrazar un punto de vista más amplio, señaló Leggs: “Este equipo fraccionador y la comunidad tienen una oportunidad de innovar y establecer nuevos ejemplos para el resto de la nación”.
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El alcalde de Prattville está entre los que creen que la historia de la fábrica tiene que narrarse, incluso si ello es espinoso políticamente. La raza siempre es un tema delicado, y algunos habitantes locales se quejaron acerca del tono del programa televisivo que Gillespie dice que le ayudó a ver con claridad. “No creo que podamos juzgar el pasado con base en el presente”, señaló.
Los desarrolladores del proyecto en Envolve Communities LLC pretenden mostrar algunos documentos históricos, fotografías y tal vez mobiliario del pasado de la fábrica, pero se desconoce si abordarán el tema de la esclavitud o la raza, dijo Ashley Stoddart, gerente comunitaria de The Mill at Prattville.
Stoddart, nacida en Prattville y cuya abuela trabajó alguna vez en la fábrica, dijo que hasta ahora el enfoque ha estado en salvar la estructura, que cerró definitivamente en 2012 después de que el último propietario subcontrató a trabajadores en la India. “Había animales viviendo en ella y estaban creciendo árboles en el techo”, señaló.
El esposo de Deborah Robinson, Robert Lee Robinson, que es de raza negra y llegó a trabajar en la fábrica, espera que las personas que vivan allí tengan una oportunidad de aprender más acerca del hombre que fundó la ciudad y era propietario de los esclavos que trabajaban allí.
“Siempre hablan de Daniel Pratt y de lo que logró, ¿pero cómo lo logró? ¿Sobre las espaldas de quién lo logró? ¿En los hombros de quién estaba parado?”, declaró.