Kourtney Kardashian y Travis Barker se casaron por todo lo alto este domingo 22 de mayo en una lujosa y extravagante ceremonia en Italia.
A este enlace sí acudió toda la familia, sus famosas hermanas, hijos, sobrinos, y amigos como Megan Fox y Machine Gun Kelly, quienes son grandes amigos.
La ceremonia tuvo lugar en el Castello Brown en Portofino, Italia, un recinto histórico, ubicado en la costa.
Una de las cosas que más llamó la atención fue el vestido de Kourtney, que nuevamente se sale de los estereotipos, y fue corto, al igual que su vestido de novia en la ceremonia en Santa Bárbara.
Kourtney llevó un minivestido blanco lencero, con un velo extralargo, que se llevó todas las críticas en redes, pero que tiene un poderoso significado.
El vestido de novia de Kourtney Kardashian en su boda en Italia
El minivestido de Kourtney con corsé de satén y encaje era de Dolce & Gabbana, único en su tipo, y según reporta Vogue, estaba inspirado en la lencería italiana de los 60.
Este vestido estuvo acompañado por un velo extra largo blanco, con la imagen de la virgen María bordada, basada en uno de los tatuajes de Trabis Barker, que además lleva el texto “respeto a la lealtad familiar”.
En su tocado, tenía flores que fueron bordadas a mano, y estaban inspiradas en los jardines mediterráneos de la ciudad.
La famosa contó a Vogue que fue un sueño poder realizar este vestido. “Diseñar mis vestidos con Domenico y Stefano ha sido un sueño hecho realidad en todos los sentidos”, dijo la mayor del clan Kardashian.
Muchos usuarios en redes rechazaron este vestido de novia de Kourtney, pues además les parecía una falta de respeto llevar a la Virgen en su velo de novia, sin entender el verdadero significado de la prenda.
“OMG que horrible vestido”, “me parece de lo peor que lleve a una Virgen en su velo, cuando sabemos que no es nada pura”, “primero llevar un velo blanco y segundo la Virgen, que desvergonzada”, y “el peor vestido de novia que he visto”, fueron algunas de las críticas en redes.
El castillo donde se realizó la boda era propiedad de Doménico Dolce y Stefano Gabbana que contaba con terrazas al aire libre, vistas panorámicas del Mediterráneo cristalino, y senderos románticos.