La muerte de Vicente Fernández ha dejado un hueco en el mundo de la música regional mexicana. Sus hijos, su esposa y su público lo despidieron en su rancho ‘los tres potrillos’.
Alejandro Fernández, cantante e hijo de Vicente, compartió a través de redes sociales un mensaje de despedida en el que agradeció el amor y las enseñanzas del ‘charro de Huentitán’.
Ese mensaje es el reflejo del amor y de la complicidad que tenían, aunque en diversas ocasiones Vicente Fernández declaró que no tenía favoritos, fue con Alejandro con quien compartió el escenario y los aplausos del público.
Fue a él, “el más pequeño de sus potrillos”, como solía llamarlo, a quien enseñó su amor por la música y su respeto por los escenarios.
Vicente Fernández: un Azteca en el Azteca
En el último concierto del cantante en la Ciudad de México, y como parte de su gira de despedida, Vicente Fernández se presentó en el estadio Azteca, ahí cantó junto a su hijo.
Antes de subirlo al escenario frente a miles de personas, ‘Chente dijo:
Cantaron una serie de canciones, ‘el potrillo’ le regaló el moño rojo de su traje a su padre, conmovieron al público, agradecieron el apoyo que habían recibido por parte del público.
Alejandro Fernández a los cinco años junto a su papá
El cantante debutó muy joven, a los cinco años Vicente Fernández lo presentó en Siempre en domingo, donde un niño que amaba la música, vestido de charro, sacó sonrisas a los televidentes desde el rancho Los Tres Potrillos.
En otra oportunidad, en el programa Mala Noche con Verónica Castro, Vicente y Alejandro compartieron una entrevista en la que ‘el potrillo’ contó que en su primera experiencia en el escenario lloró al haber olvidado la canción.
Alejandro y Vicente Fernández compartieron el set, grabaron Viejo, mi querido viejo, cinta en la que hablan de la historia de un padre cantante y su hijo, ahí dejaron claro que su complicidad y amor podía ser trasladada al cine sin ningún problema.
Sin duda, Alejandro y Vicente se volvieron más cercanos gracias a su amor por la música, por los escenarios en los que cada noche, en cada concierto, se entregan totalmente al público.