Las ‘sorpresas’ que afanosos obreros de Sedapal encuentran día a día en las aguas del río Rímac, como animales muertos y residuos hospitalarios, demuestran que aprendimos poco del desastre que ocasionó el Niño Costero entre los años 2016 y 2017.
Han pasado casi tres años desde ese episodio, que dejó cuantiosos daños materiales y un corte del servicio de agua potable que obligó a miles de personas a cargar baldes a la espera de las cisternas de Sedapal, pero los limeños, acostumbrados a vivir sin lluvias, pero a tener abundante agua en el caño, seguimos maltratando al ‘río hablador’, como si no viviéramos en un desierto.
Y si de verdad el Rímac hablara nos avergonzaríamos de todo lo que tuviera que decir, de la forma cómo somos capaces de contaminarlo. usándolo como vertedero de todos nuestros residuos, del atentado ambiental que cometemos contra él, sin pensar que sus aguas significan vida.
Calidad garantizada
La funcionaria reveló que en los últimos cinco años el costo de purificación del agua subió al menos entre 30% y 40 % y que Sedapal ha hecho muchas inversiones para entregar a los usuarios agua de calidad garantizada, porque se le aplica la limpieza físico-química, al retirar los residuos y descontaminarla con sustancias químicas (cloro, sales de fierro, sales de aluminio, sales de cobre, polímeros).
‘El agua producida por Sedapal es de excelente calidad. El problema son las tuberías domiciliarias antiguas que tienen décadas y no han sido cambiadas, allí es donde el agua se altera’, comentó Andía, durante un recorrido por las instalaciones de la planta de tratamiento de La Atarjea.
Lamentó que cuando por alguna razón ajena a Sedapal el agua presenta alguna turbidez, se responsabilice a la empresa sin tener en cuenta otros factores.
‘En alguna oportunidad Sedapal recibió una queja por el agua que llegaba a la casa de una familia. Cuando se hizo la inspección se descubrió que tenían un tanque elevado que no tenía tapa. Hallamos palomas y un gato muerto, así como heces de palomas. Y por si fuera poco, el tanque no había recibido ni un solo mantenimiento en sus 25 años’, comentó.
Andía recordó que un tanque de agua debe recibir mantenimiento dos veces al año y que, además, es necesario revisar las condiciones de las cañerías para evitar pérdida de agua, ‘aunque sea unas gotitas’.
«Del caño, pues»
Exhortó también a la ciudadanía a tomar conciencia de la importancia de cuidar este recurso vital y a conocer todo lo que cuesta descontaminarla para que llegue con calidad a nuestras casas.
‘Mucha gente desconoce el enorme trabajo que hacen los servidores de Sedapal las 24 horas del día, porque nuestra labor es ininterrumpida. En alguna oportunidad le pregunté a una señora si sabía de dónde venía el agua que consumía su familia y me respondió ´del caño, pues´. Eso demuestra que tenemos mucho que aprender’, señaló.
La producción de agua, desde el momento en que se recibe en las dos bocatomas de La Atarjea hasta que ya ha sido tratada y está lista para el consumo, tarda entre 16 y 18 horas. La capacidad de recojo de las bocatomas es de hasta 35 metros cúbicos por segundo (35,000 litros).
Hasta hace algunos años, Sedapal controlaba y monitoreaba la calidad del agua hasta el puente Huachipa, pero ahora debe hacerlo en los 140 kilómetros de recorrido del río Rímac, pues desde la parte alta de la cuenca (Huarochirí, San Mateo, Matucana) llega el agua contaminada con metales pesados.
Finalmente, Andía reveló que en Lima y Callao se consume alrededor de 140 litros de agua por persona, lo que es considerado un gasto muy elevado.
Agencia Andina
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