Cuando terminas con una pareja, la peor sensación —aunque no querramos- es la de vacío y frustración. Es abrumador el hecho de tener el teléfono y todos los medios de comunicación y saber que todo terminó por algo y que por ningún motivo hay que reavivar la llama a través de estos.
Son un montón de sensaciones en encontradas las que se despiertan en el estómago y hay cierto nivel mental que pone en duda la cordura. Si no puedes más y te estás preguntando si debes llamar al que se fue, en es momento que te cuestiones.
¿Me arrepentiré?
El arrepentimiento es un arma de doble filo. Sea lo que sea que estés esperando al contactar a tu ex, hay que entender que la relación ya no es la misma ni tampoco sus sentimientos hacia ti. Duele, pero cuando se pelearon y separaron, probablemente hubo decepción y dolor por lo que hay una herida difícil de cerrar y que no garantiza no caer de nuevo en un mal episodio.
Piensa que corres el riesgo de que no responda o rechace tu texto. Y aceptémoslo, es imposible que una no se haga ni la más mínima expectativa. Así que hazle caso a la duda y evita el arrepentimiento.
¿Qué estás esperando?
Antes de hacer cualquier movimiento en el teclado, analiza tus intenciones. ¿Estás tratando de que vuelvan a estar juntos? ¿Lo echas de menos y sigues buscando su consuelo? ¿Estás tratando de cerrar con la posibilidad de dejarlo “por si acaso”?
Una vez que lo tengas claro, escríbele o no. A veces es necesario atreverse para ver qué pasa y si fue un error, aprender de ello.
¿Puedes esperarlo 24 horas?
Esto es una prueba de voluntad. Establece la meta de soportar 24 horas sin tomar el teléfono. Haz lo posible por esperar un día entero, al día siguiente vuelve a hacerlo y así hasta que pase una semana, un mes y desaparezca de tu mente. Cuando sientas la necesidad de llamarlo o textearle, duerme una siesta, sal con tus amigos o haz ejercicio. El punto es distraer tu mente de su imagen.
¿Cómo te sentirás después?
Fácil: fatal. Pocas personas se han puesto en contacto con alguien que la dejó y luego pensóen lo feliz que estaba por haberlo hecho. De principio es posible que te sientas emocionada por haberle mandado ese mensaje, pero conforme pasen los segundos y no veas respuesta, comenzarás a sentir ese vacío en el estómago que poco a poco se convierte en frustración, enojo y decepción. No es sano. vivir atada a una expectativa.
Fuente Nueva Mujer
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