Hace 20 años viajé como turista por primera vez al salar de Uyuni en Bolivia. Dormimos en un hotel hecho con sal y conocimos a los trabajadores que en la cantera hacían ladrillos de sal. Fue una experiencia inolvidable que recomiendo a todos.
Años más tarde empecé a pensar en proyectos de skate que fuesen diferentes. Una de las primeras ideas que se me ocurrieron fue ir al salar de Uyuni, pero no estaba seguro de que fuese posible. Después de un poco de investigación llegué a la conclusión de que el proyecto podría ser factible.
Me acordé de las personas que trabajaban con la sal. Si hubiese hablado con ellos, a lo mejor me habrían ayudado a construir este sueño salado. Mi fuerte no es el diseño, así que decidí hablar con mi amigo Tino Arena, un gran skater y constructor de skateparks.
Le conté mi idea a Tino y le pregunté si quería venir conmigo a Bolivia para intentar hacer realidad este proyecto. ¡Sabía que iba a ser una oferta difícil de rechazar!
Así que Tino y yo nos embarcamos en un viaje de 42 horas con cuatro escalas diferentes, hasta que llegamos a Uyuni. Lo único que teníamos era nuestros skates, mi equipo de cámaras, las herramientas de Tino y algunos euros en efectivo.
¡Éramos conscientes de que nos enfrentábamos a lo desconocido!
Al llegar al hotel de sal empezamos a preguntar al conserje cómo se había construido el edificio. Luego nos llevó a la cantera para hablar con los constructores.
Al principio nos costó explicarles lo que queríamos, pero fuimos capaces de transmitirles nuestra idea. Les llevó bastante tiempo que se fiaran de nosotros, pero acabamos siendo buenos amigos.
Quería que el suelo fuese blanco pero si escarbas un poco la sal se vuelve más oscura, así que solo tallamos unos pocos centímetros, lo que dificultó el trabajo de los riders.
Tuvimos que lidiar con los problemas derivados de construir un skatepark a 3.500 metros sobre el nivel del mar. Durante la noche las temperaturas eran muy bajas y por el día los vientos eran fortísimos.
No solo los elementos, sino también el tiempo estaba en nuestra contra.
Al final pudimos resolver todos los problemas logísticos. Angelo Caro (Perú), Luciano Cristóbal (Argentina), Jaakko Ojanen (Finlandia) y Vladik Scholz (Alemania) se enfrentaron a este desierto blanco.
Este reto nunca se había logrado antes. Así que estoy feliz y orgulloso por haber tenido la suerte de formar parte de este proyecto.
Esperamos que esta historia anime a la gente a salir de su zona de confort y enfrentarse a situaciones desconocidas.
No estaba seguro de que pudiésemos realizar esta aventura, pero tenía confianza en mí y en mi equipo. Esto es lo que necesitas: ¡compromiso, trabajo, creatividad y resistencia!
Por Gastón Francisco /Red Bull Content Pool
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