Kaori de la Flor (20) e Igor Mostovenko (19 años) dedican su vida a la industria de la moda. Todos los días posan para el lente de una cámara, recorren las pasarelas de algún exclusivo diseñador(a) y/o lucen la ropa de las mejores marcas a nivel nacional e internacional.
Cuando uno piensa en la vida de los modelos, se imagina escenarios elitistas como Nueva York o París, jamás Perú. Sin embargo, pese a que la industria no se encuentra muy desarrollada en esta parte del mundo, aquí también existen jóvenes que sueñan con ser los héroes de las portadas de las revistas de moda.
¿Cómo es la vida de un modelo aquí en Perú? ¿Tienen mucho trabajo? ¿Poco? ¿Les pagan bien? ¿Todos comen lechuga y corren a diario? Kaori e Igor responden algunas de esta preguntas.
Kaori de la Flor / Modelo peruana
Sus inicios
Hace que parezca fácil. Kaori de la Flor empezó en el elegante y sobrio mundo de la moda hace seis años, cuando tenía 14 años de edad y cursaba el tercer año de secundaria. Ese año participó en el concurso “Elite Model Look”, por insistencia de su madre, y lo ganó, haciéndose acreedora de un viaje a Shangai (China). Un viaje que le cambió la vida y le abrió las puertas del ‘fashion industry’.
“Desde muy chiquita hacía desfiles pero no era algo que me llamaba la atención 100%. Era algo que me gustaba pero nunca imaginé que iba a ser modelo en sí”, cuenta.
Cuando regresó de su viaje a China, el trabajo empezó a llover cuál arte de magia: fotos, desfiles y más viajes se presentaron para ella. A su corta edad, y en medio de la adolescencia, tuvo que renunciar a varios ‘gustitos’ que toda joven desea: salidas con amigos, fiestas, hobbies, entre otras actividades.
Al poco tiempo, fue invitada al ‘New York Fashion Week’, uno de los desfiles más prestigiosos dentro de la industria. Durante su estadía, le ofrecieron un contrato en Milán (Italia), pero ella decidió volver a Perú y terminar la escuela. “Si me iba a Milán iba a repetir el año. Decidí que iba a vivir etapa por etapa, así que opté por regresar y terminar el colegio”, recuerda.
No se arrepiente. Con veinte años, la joven ya ha modelado para numerosos diseñadores, ha sido el rostro de las más reconocidas marcas y ha pisado una de las mejores pasarelas del mundo, pero lo cierto es que no todo ha sido fácil.
La vida detrás de la cámara
Desde muy pequeña ha tenido que manejar su tiempo entre el trabajo y el colegio y, ahora, con la universidad. Kaori estudia la carrera de comunicaciones en la Universidad de Ciencias y Artes de América Latina (UCAL). Como cualquier trabajo, el modelaje exige lo mejor de ella y absorbe la mayoría de su tiempo.
“Un día en mi vida…a ver te cuento hoy por ejemplo. Hoy me levanté súper temprano, a eso de las 6 am., desayuné dos huevos y un jugo de naranja y fui a una sesión de fotos para KUNA. Luego corrí a la universidad y después vine aquí para la entrevista. Ese es un día con poco trabajo. Si hay mucho, entonces estoy de aquí para allá”, cuenta.
Kaori sostiene que esta vida la ha vuelto madura, le ha enseñado el valor de la disciplina, el orden y la puntualidad. “El modelaje me ha abierto las puertas del mundo”, dice.
Derribando los estereotipos
A comparación de los estereotipos sobre su elección profesional, la modelo no lleva una dieta estricta ni tiene una rutina de entrenamiento rigurosa.
‘No es que haga dieta pero intento comer sano”, dice. “Me gusta patinar y lo hago dependiendo de mi agenda. Trato de estirarme a diario y hacer abdominales, pero tampoco es una rutina. ¡Ah! y me gusta bailar marinera norteña. Me encanta todo lo que sea folclórico, peruano”, continúa.
Nunca le han pedido que baje de peso, pero ella asegura que conoce el mercado al que está yendo. “No me exigen, no he tenido ningún problema pero yo siempre me mentalizo. Cuando me voy a Nueva York por ejemplo sé que tengo que bajar de peso, el mercado es mas exigente”, dice. “Entonces trato de reducir medidas. Trato que las caderas estén menos de 90-88 cm..”, explica.
Ser modelo en el Perú
En cuanto al mercado peruano, Kaori dice sentirse “muy cómoda” pues el mundo es muy reducido, todos se conocen entre sí y pocas veces entran nuevas rostros a la competencia.
“El mundo de modelaje en el Perú es más pequeño. Es más familiar. Acá te llaman por amistad, allá es mas profesional”, dice.
Ahora, Kaori pasa sus días entre Nueva York y Perú, depende su horario laboral. La joven modelo sigue apuntando a lo más alto de su industria y asegura que no parará hasta llegar al último rincón de la moda mundial.
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