Zlatna SerkovicPsicóloga, Magister en Trastornos del Espectro AutistaCentro Peruano de Audición, Lenguaje y Aprendizaje – CPAL
El juego destaca por sus implicancias en el desarrollo social del niño, involucra un disfrute y reciprocidad en la interacción con otros, siendo un medio que facilita las relaciones entre pares y adultos, permite imaginar, comprender la realidad y favorece el desarrollo de otras habilidades. En los niños con Trastorno del Espectro Autista (TEA), ya desde las señales de alerta, aparecen dificultades en esta área como: imitar acciones, representar objetos de manera convencional y realizar un juego simbólico o de imaginación. Todo ello, sumado a la escasa interacción del niño, ausencia del lenguaje, dificultad para aceptar cambios de rutina, entre otros, no facilitan que los padres puedan jugar con su hijo, generando en ellos preocupación, tensión y, en ocasiones, dejan de hacerlo. No obstante, resulta imprescindible que los padres jueguen con sus hijos con TEA pues a través de este se comunica e interactúa, proveyéndole experiencias de bienestar socioemocional.
Los niños con TEA necesitan que sus padres se diviertan genuinamente con ellos mediante el juego, se olviden de ‘enseñar’, pues lo central es mejorar la comunicación e interacción social, y no, por ejemplo, aprender vocabulario. Por lo tanto, para que puedan relacionarse con ellos mediante el juego, deben empezar por observarlos, conocer sus motivaciones e intereses. Esto ayudará a identificar aspectos claves, como: ¿Cuál es la actividad que más le gusta hacer? ¿Con qué objeto pasa la mayor parte del día? ¿En qué situaciones voltea a mirarnos? etc.
Tras haber identificado qué actividades son de su preferencia, deben intentar llamar su atención. Para ello, es recomendable utilizar conductas no verbales: muchos gestos y expresiones faciales, además de diferentes tonos de voz; favoreciendo el contacto visual espontáneo. Por ejemplo: si disfruta de los juegos sensoriales, podemos utilizar las cosquillas; o, juegos de contacto con canciones, burbujas, etc. Esto le permitirá al niño obtener placer, disfrutar de la relación con sus padres.
Por otro lado, si prefieren jugar con objetos, escojan aquellos que les resulten agradables o placenteros para que sea más fácil su participación. Al mismo tiempo, se les debe dar una funcionalidad y convertirlos en el centro del juego (por ejemplo, si juega con plumones poniéndolos en fila, podemos hacer una casita con ellos, o pararlos y luego soltarlos mientras contamos hasta tres). Sin embargo, es recomendable no utilizar aquellos juegos u objetos por los que muestren excesivo e intenso interés ya que podría dificultar el juego compartido.
Si luego de haber puesto en práctica estos consejos no logramos captar su atención, podemos recurrir a la imitación: si él se echa en el piso a observar sus autos de juguete, podemos realizar la misma acción, y una vez que tengamos su atención empezar a introducir pequeños cambios, como hacer sonidos vocálicos en diferentes tonos y/o chocar los autos con los suyos o pasarlos por su brazo. Podemos hacer pausas para favorecer el contacto visual y el pedido de la repetición de una secuencia en la que el niño manifieste un buen nivel de motivación.
El juego es una actividad inherente en los niños y un instrumento efectivo para poder acercarnos a ellos. Es factible usarlo como herramienta para poder relacionarnos con un niño con autismo y disfrutar de actividades juntos. Mientras más hábiles sean los padres para observarlo y reconocer sus intereses, mejor será la relación e interacción con él.