Julia Roberts es una de mis actrices favoritas. Vi de nuevo su película ‘La boda de mi mejor amigo’, y me sigue gustando. Si observamos, recibiremos una gran lección.
La gente vive obsesionada con “controlar” el amor, que es un sentimiento espontáneo y para el cual “se necesitan dos”.
Mi consulta estaba llena de gente que deseaba que la “amen por la mala”. Que se queden con ella o con él por un papel, por dinero, por el tiempo que le “dieron” de su vida, etcétera. Desearlo y forzarlo, solo acarrea infelicidad a todos los que viven bajo ese techo.
Debemos estar listos para saber que las relaciones se pueden acabar. Tenemos que estar atentos a nuestras relaciones y no dar por sentado que durarán toda la vida, porque así lo dijo el cura el día de la boda.
El amor es un milagro, una rosa delicada que debemos proteger y cuidar. Los sentimientos son muy engañosos, por lo que hay que estar atentos a ellos y respetarlos. El amor nace, crece, y a veces se acaba. Como se necesitan dos, es común que no se acabe al mismo tiempo. O quizás nadie está preparado para ser abandonado, sustituido o traicionado. A otros, por sus temas no resueltos de la niñez, les resulta duro superarlo.
Los psicólogos seguimos insistiendo en que el primer romance que todos debemos tener es con nosotros mismos. Una persona que no se ame a sí misma, que da más de lo que recibe, “que corre tras otra” pero la otra no corre tras ella, está fea para la foto y peor para el video.
Estas situaciones traen serias heridas emocionales y conflictos, a la larga. Ahí entran a colaborar nuestros amigos. Ese amigo de Julia Roberts vale oro molido. La apoya, la secunda, la escucha, pero es honesto y le dice la verdad, sin criticarla, sin ponerla contra la pared, sin juzgarla. Le envía el mensaje una y otra vez, con mucho amor, y esta ahí para que ella apoye su cabeza. ¡Eso es un amigo!
La amistad y el amor son primos hermanos. Amor verdadero es un amigo íntimo al que deseamos. O sea, existen tres elementos fundamentales para que exista el amor: pasión, intimidad y compromiso. Si una falla, andamos cojos y vienen los problemas. No podemos forzar lo que no sentimos, no podemos obligar a otro a quedarse, no podemos poner todos los huevos en la misma canasta. Porque, si se rompe la canasta, nos quedamos sin huevos.
Nuestra vida debe estar llena de cosas significativas, cosas que compartir con quien nos ama, cosas que nos den el “soporte necesario” cuando quien nos ama se vaya o se enamore de otro.
Hay un último punto interesante: ser honesto y sentirnos orgullosos de nuestros hechos. Esa es la base de la salud mental. Si realmente amamos a alguien, iremos por encima de nuestras mezquindades y querremos lo mejor para esa persona. De lo contrario, debemos revisarnos.
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