Por Milagros AgurtoNutricionista y coach
Para muchos ha sido una noticia agradable saber que Mario Liberti, conductor de radio y televisión y la voz que muchos escuchábamos en los años 80 -él era uno de los que nos decía cuál era la canción del año-, pisó tierra peruana después de 15 años. Es probable que en sus recuerdos esté más aquel programa de concursos de los años 90 llamado ‘Fantástico’, donde también trabajó. Pero bueno, la idea no es hacer su hoja de vida, sino hablar de que su llegada fue motivo para que viejos conocidos, amigos y compañeros nos reuniéramos para darle la bienvenida al ‘senséi de las comunicaciones’ y a Liza, su esposa.
La razón de esta columna es rescatar todas las lecciones que aquel día me dejaron y hacerme muchas preguntas (para variar) respecto a lo que es la amistad, el valor de la risa, el aceptarnos como somos los unos a los otros, y regalarnos ese espacio sincero con nuestra oscuridad y toda la luz.
Homero Cristalli y Laurita Reyes (siempre serás ‘Laurita’) fueron los anfitriones de este encuentro, en el que conocí a nuevas personas y volví a verme con viejos conocidos a quienes abracé con cariño y conectándome desde el corazón. Fue después de aquel rico abrazo con Rebeca Escribens que recordé lo que la psicóloga Virgina Satir explica: ‘Necesitamos cuatro abrazos al día para sobrevivir, ocho abrazos para mantenernos y 12 abrazos para crecer’. Así que te pregunto: ¿Hace cuánto no te abrazas con tu pareja, tus hijos, tus hermanos, tus amigos? Pues hoy, y después de leer mi columna, te invito a que practiques un abrazo sincero con alguien cercano a ti y también contigo mismo.
Pero bueno, no solo fueron abrazos aquel día, también hubo una deliciosa conversación y, como siempre, una mesa que nos unía. Y es que a veces no reparamos que vivimos alrededor de mesas, donde siempre habrá algo que tomar o comer. Si no es un café, será un rico pisco sour o un chilcano, un delicioso postre o un plato de comida. Aquí la vedette fue una paella de mariscos y de verduras (yo opté por la de verduras, no solo porque me encantan, sino porque soy alérgica a los mariscos).
Acompañaba un buen vino, pero lo mejor fue la conversación, y entre los recuerdos, escuchar las típicas preguntas: ¿Y tus hijos? ¿Cuánto tiempo se quedan? ¿Adónde irán? Luego empiezan las bromas, de manera natural y espontánea, con esa típica ‘chispa’ que tenemos los peruanos. Mario contó que cuando estudiaba actuación un conocido personaje le dijo al profesor, ‘qué igualito a Mario Liberti ese muchacho, ¿no?’. Y el profesor le respondió: ‘Pues él es Mario Liberti’. Entre risas, no se cómo empezaron a decir con quién te confundían o a quién te parecías y de pronto ya era mi turno y terminé siendo la clon de Chichi Valenzuela (¡gracias Roberto Hoyle!). Por supuesto, qué honor, no solo es guapa, sino inteligente, pero me quedé pensando y les dije: ‘Siempre me han confundido con Valeria Mazza’. Las risas no esperaron; no entendí, pero bueno…
Fue ahí, al ver como no dejábamos de reír por tantas cosas que decíamos, por los recuerdos que fluían, los cuentos que compartíamos, que comprendí cuál es el valor de la risa en nuestra vida. De hecho, en esos encuentros hay que tener correa ancha, porque el que se pica pierde. Pero queridos lectores, la risa puede ayudar a aumentar la sensación de bienestar, darnos la oportunidad de mirar con optimismo cualquier situación y también ayuda a sanar. Es parte de la vida para ser felices. Eso es algo que aprendí cuando estudié sobre la ‘Ciencia de la Felicidad’. La psicóloga Sonja Lyubomirsky, profesora de este curso, explica que al igual que con los deportes, para ser feliz hay que practicar para ser mejor. Así que tienes la tarea de reír o de aprender a reír. Al principio puede costar, pero luego el cerebro aprende.
Y es así como una tarde de encuentros me dejó eso maravilloso que es el significado de lo que es vivir, recordar que la felicidad se construye un paso a la vez, agradecer por aquellas personas que conocí y las que volví a ver, dejarme llevar por la risa y las ocurrencias de todos, pero especialmente comprender que los lazos de amistad entre las personas no tienen tiempo, edad, ni nada; porque simplemente es eso. Es la amistad.
Ciencia de la felicidad
La Dra. Sonja Lyubomirsky, investigadora por más de 20 años de la ciencia de la felicidad, dice: ‘La felicidad no se busca, ni se encuentra… Se construye’.
1.Cultiva el optimismo 2.Expresa gratitud 3.Practica la amabilidad 4.Cuida las relaciones sociales 5.Desarrolla estrategias para afrontar situaciones difíciles 6.Evita pensar demasiado y la comparación social
Secretos para vivir mejor
1.Ríe 2.Baila 3.Abraza 4.Disfruta 5.Comparte
Desarrolla estas habilidades
1.Independencia 2.Introspección 3.Iniciativa 4.Relaciones positivas 5.Humor 6.Creatividad 7.Integridad
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