Normalmente, las personas que en el** colegio** o universidad siempre era el estudiante con menciones honoríficas u ocupaba constantemente el puesto número uno, era admirado por los profesores, al punto de considerarlas ejemplo para los demás. Sin embargo, con el tiempo resultó no ser tan exitoso como muchos lo aseguraban iba a pasar.
El otro lado de la moneda, es aquel estudiante relajado por quien nadie apostaba nada y resulta ser mucho más eficiente para los negocios y un excelente cazador de éxitos.
Pero, cuál es la razón de que pase esto, ¿por qué quienes suelen esmerarse más, no terminan siendo tan afortunados en la vida? Este singular caso ha sido tema de debates entre expertos. Algunos aseveran que la culpa es del sistema educativo, pues todo el tiempo nos exigen en trabajos o tareas a cambio de una buena calificación, pero realmente no nos están preparando para afrontar los problemas de la vida, la realidad que está afuera y que nos espera muchas veces para darnos un duro golpe.
Sin embargo, hay otra cosa que tenemos que tener en cuenta y es que para todas las personas la percepción de éxito no es el mismo, algunos lo relacionan con la riqueza, otros con el cumplimiento de logros y muchos más simplemente con la felicidad.
Asimismo, también es cierto que no es lo mismo disciplina que conocimiento. Hay personas que tienen la habilidad de absorber todo, pero no son muy responsables con sus quehaceres, pero tienen buenas ideas y llegan a ser grandes emprendedores. Tal es el caso de Steve Jobs, Bill Gates o Mark Zucherberg, que nunca terminaron sus estudios o no se destacaron como los mejores de la clase, pero que ahora son reconocidos por su ingenio y fortuna.
De acuerdo con el periodista inglés John Haltiwanger en una de sus columnas de opinión en el Elite Daily, lo que suele suceder con aquellas personas aplicadas es que nunca aprendieron a afrontar la vida con habilidades sociales, con inteligencia emocional, capacidad de análisis, habilidades comunicativas y de persuasión, esas cosas que no ayudan a obtener la admiración de los profesores académicamente, pero que son las virtudes en común de los grandes emprendedores.
Eric Barker, autor del libro ‘Barking Up the Wrong Tree’, señala que los estudiantes más destacados tendrán éxito pero no en la medida que se espera, mientras que los jóvenes que no disfrutan la educación formal tienen más probabilidades de llegar allí. Según Barker sucede por lo siguiente:
1. “Las escuelas recompensan a los estudiantes que hacen lo que se les pide y la vida recompensa a las personas que se arriesgan”
“En el colegio las reglas son claras, en la vida no. Así que en cierta medida, no jugar según las reglas es ventajoso una vez salga de un sistema cerrado como la educación”, asegura Barker.
Karen Arnold, líder de la investigación en la Universidad de Boston, asegura tiene que ver mucho con el conformismo. Arnold señala que el sistema nos hace conformistas, a cumplir con lo que indica el profesor y es por eso que nunca nos esforzamos por ir más allá, mientras que las personas que se logran salir de ese orden, sobrepasan las limitaciones.
2. Los colegios premian a quienes hacen las cosas bien, pero el mundo real premia a los apasionados y expertos en lo que hacen
En el colegio siempre toca cumplir con todo, por más que a usted le interese un tema en particular no le quedará tiempo ni energía para realizarlo porque tendrá muchas tareas pendientes.
En la vida, en cambio, esto no sucede. En el mundo laboral usted tiene que sobresalir en solo un tema y tiene que demostrar sus conocimientos y habilidades, el resto no importará tanto. Es por esto que quienes se interesan por lo que les apasiona y no por las reglas tienen mayor probabilidad de ser exitosos.
Karen Arnold también asegura en Business Insider que: “quienes fueron excelentes en el colegio apoyan el sistema, se vuelven parte de él, pero no lo cambian”. Esto es lo que comúnmente los limita a progresar.