Por Vanna PedraglioFundadora y head coach del Sistema Vanna
Lograr cambiar un mal hábito a uno mejor es como escalar el Everest. Para lograr llegar a la cima debes subir primero a un campo base superior para ir aclimatándote y luego volver a bajar. Con esto quiero decir que nada se logra en el primer intento. Primero es tomar la acción y atreverse para que poco a poco este hábito se vuelva parte de nuestra realidad. Disfruta el camino o la transición a algo mejor. Esa es la clave. Eso sí, definitivamente no es nada fácil. Sobre todo hoy en día, que preferimos la recompensa inmediata a la que podríamos obtener si nos esforzáramos para obtener beneficios muchos mejores a largo plazo.
Todo se puede lograr si cambiamos nuestra mente, que puede ser nuestra mejor amiga o nuestra peor enemiga. Las herramientas necesarias estarán siempre en ti, siendo la primera y más importante, la imagen que tengas sobre ti mismo. Aunque no lo creas, la imagen que tienen las personas sobre sí mismas y los hábitos que han creado tienen mucha relación entre sí. Los hábitos son como nuestras ropas, que visten nuestra personalidad y son partícipes de nuestra autoimagen. Para ello debes soltar la autocrítica y empezar a visualizarte como una persona más sana y con más energía, alegre y divertida. Al cambiar nuestra propia imagen a una positiva cada día que te levantes, tus hábitos harán el cambio también. Al final, la acción está en ti.
Cambiar tu perspectiva hacia un pensamiento más positivo es también cuestión de práctica. Un ejemplo muy bonito: cuando nos vamos a ir de vacaciones y debes tomar un vuelo de madrugada, te apuesto que te levantarás incluso antes de que suene el despertador. Así de poderosa es la mente cuando todo fluye positivo. Este empujón de motivación siempre lo tendrás si te trazas metas u objetivos, eso sí, que sean realistas.
Para hacer efectivo y permanente cualquier cambio, como te acabo de mencionar, esta acción debe ser realista. Haz lo que tengas que hacer con disciplina. Entonces, lo primero que tienes que hacer es identificar un cambio que quieras realizar. Tómate unos días o hasta una semana para ir escribiendo o planificando aquellas acciones que puedes hacer como vías para lograr el cambio de hábito que has determinado. Eso sí, un cambio a la vez. Describe este cambio o meta de manera específica, por ejemplo, llegar a tomar cada día de 2 a 3 litros de agua. Para ello, segmenta esta meta concreta general en metas más pequeñas alcanzables, como tomar cada dos horas un vaso de agua. Otro ejemplo, correr una primera carrera de 5K en los siguientes seis meses. Para ello debes poner tu despertador media hora antes para poder salir a correr al menos 15 minutos diarios. Si tus metas son alcanzables y medibles día a día, te aseguro que lograrás el cambio más rápido de lo que piensas.
Empieza por querer lo mejor para ti, y no sabotearte con la conformidad de cada día, que solo nos llena de insatisfacción y crítica.
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