“Creo que era el perro más feliz del mundo y yo la dueña más feliz del mundo”, con estas palabras, la dueña de la popular perrita japonesa Kabosu -que se hizo viral tras convertirse en la imagen de un conocido meme-, informó la muerte del can que tenía una edad indeterminada y que padecía leucemia y una enfermedad hepática.
La dueña de Kabosu, Atsuko Sato, que tenía una cuenta de Instagram y un blog dedicados a la perrita, informó a través de estas redes que su compañera había partido, agregando que pese a las enfermedades que padecía, “falleció silenciosamente”.
“Anoche fue lo mismo de siempre, caí en un sueño profundo. En una hermosa mañana, afuera los pájaros cantan. Ella falleció silenciosamente como si estuviera dormida mientras yo la acariciaba”, escribió la dueña de Kabosu.
En el mensaje publicado en su blog, la dueña de la perrita agregó que hará una despedida para su popular compañera y aprovechó de agradecer “desde el fondo de mi corazón” a todos los seguidores de Kabosu.
Kabosu se convirtió en un meme y en la imagen de una criptomoneda
La edad de la perrita Kabosu era desconocida, ya que cuando Atsuko Sato la adoptó no se sabía bien su fecha de nacimiento. Sin embargo, ella estimó que murió a los 18 años.
La popularidad de Kabosu se desató cuando su dueña publicó en su blog una fotografía de la perrita con las patas cruzadas sobre un sofá. De su blog pasó a un foro en Reddit y desde ahí se convirtió en meme, pasando a la fama mundial.
Luego, la imagen de Kabosu se convirtió en una obra de arte digital que se vendió por 4 millones de dólares, inspirando además la Dogecoin, que actualmente es la octava criptomoneda más valiosa del mundo.
De acuerdo a lo indicado por medios internacionales, Kabosu fue diagnosticada de leucemia y enfermedades hepáticas en 2022, mientras que su dueña aseguró hace poco en una entrevista a la agencia AFP que fue el “poder invisible” de las oraciones de sus seguidores y fans de todo el mundo lo que había ayudado a que la perrita se mantuviera con vida.
Kabosu incluso tiene una estatua en Sakura, localidad de Japón donde vive su dueña, mientras que el sofá donde usualmente la fotografiaba, está valorado en unos 100 mil dólares.