Ruanda: Alertan de riesgos para repatriados desde G.Bretaña

KIGALI, Ruanda (AP) — Mientras Gran Bretaña preparaba el primer vuelo el martes para llevar solicitantes de asilo a Ruanda entre protestas y desafíos legales, algunos de los que llegaron antes al país de África oriental dijeron a The Associated Press que los recién llegados pueden esperar dificultades.

“En ocasiones juego al fútbol y por la noche bebo porque no tengo nada que hacer”, dijo Faisal, un etíope de 20 años que fue reubicado en Ruanda desde Libia en 2019, en el primer grupo de refugiados trasladados dentro de un acuerdo con Naciones Unidas. “Cada día le pido a Dios salir de este lugar”.

Faisal, que sólo dio su primer nombre por temor a represalias, sigue en el centro de Gashora construido para alojar refugiados que se quedaron estancados en Libia cuando trataban de llega a Europa. Gashora está descrito como centro de tránsito, pero algunos, como Faisal, no ven a dónde ir.

Una corte británica rechazó el lunes impedir que el gobierno deporte solicitantes de asilo a Ruanda a pesar de los argumentos de defensores de derechos sobre que los vuelos previstos socavarían la “dignidad fundamental” de personas que huían de la guerra y la opresión. El plan de deportación del gobierno británico ha sido muy criticado, incluso por el príncipe Carlos, según reportes de prensa.

Ruanda es uno de los países del mundo con más densidad de población y sigue siendo uno de los menos desarrollados pese a su énfasis en modernización desde el genocidio que sufrió el país en 1994. Se espera que los migrantes que buscaban mejores vidas en Gran Bretaña encuentren allí menos oportunidades de cumplir sus sueños, aunque las autoridades ruandesas afirman que su país tiene una orgullosa historia de recibir a los necesitados.

Uno de los que se ha hecho un hueco es Urubel Tesfaye, etíope de 22 años y que se alegra de haber encontrado un empleo a tiempo parcial en una panadería de la capital de Ruanda, Kigali. Pero sus amigos hablan de seguir su viaje hacia Canadá u Holanda.

Cientos de personas enviadas antes a Ruanda dentro del acuerdo con Naciones Unidas se han instalado después en terceros países, según la agencia de refugiados de Naciones Unidas. Pero los enviados a Ruanda dentro del acuerdo con Gran Bretaña deben pedir asilo en Ruanda.

Después de que se firmara el acuerdo en abril, el presidente de Ruanda, Paul Kagame, dijo a los diplomáticos en Kigali que su país y Gran Bretaña no se dedican a comprar y vender gente, sino que intentan resolver un problema global de migración.

La secretaria británica de Interior, Priti Patel, dijo entonces que “el acceso al sistema británico de asilo debe ir en función de la necesidad, no de la capacidad para pagar a contrabandistas de personas”.

Las autoridades ruandesas han dicho que el acuerdo duraría en principio cinco años. El gobierno británico paga 120 millones de libras (158 millones de dólares) por adelantado por el alojamiento y la integración de los solicitantes de asilo. Se espera que pague más conforme Ruanda reciba más migrantes, aunque se desconoce con exactitud a cuántas personas espera enviar Gran Bretaña.

Incluso personas que llegaron directamente a Ruanda para huir de las dificultades en casa dicen que si bien es un país en paz, no resulta fácil.

“Cuando no tienes empleo, no puedes sobrevivir aquí”, dijo Kelly Nimubona, refugiada de la vecina Burundi. “No nos podemos permitir dos comidas al día. No hay posibilidades de conseguir un empleo o vender en la calle”. Sin embargo, describió Ruanda como un oasis de orden en la región.

Ruanda ya tiene más de 130.000 refugiados y migrantes de otros países africanos y lugares como Pakistán, según el gobierno.

La perspectiva de recibir a más gente ha provocado críticas en Ruanda. La líder opositora Victoire Ingabire ha dicho que en lugar de eso, el gobierno debería centrarse en problemas políticos y sociales internos que obligan a algunos ruandeses a convertirse en refugiados en otros lugares.

Grupos de derechos humanos acusan desde hace años al gobierno de Ruanda de perseguir lo que se perciba como disidencia y controlar muchos aspectos de la vida, lo que incluye desde encarcelar a personas críticas como expulsar a las personas sin hogar de las calles de Kigali. El gobierno lo niega.

Algunos ruandeses dijeron que la economía local no puede asumir las personas que lleguen de Gran Bretaña.

Rashid Rutazigwa, mecánico en la capital, señaló que mucha gente no tiene empleo y hay pocas oportunidades, aunque “si el gobierno promete pagar salarios (a los migrantes), entonces estará bien”.

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