Un hombre en Arizona declarado culpable de asesinar a una universitaria en 1978 fue ejecutado el miércoles luego de una pausa de casi ocho años en el uso de inyecciones letales en el estado causada por una ejecución que, según los críticos, salió mal y por la dificultad de las autoridades estatales para conseguir los fármacos requeridos.
Clarence Dixon, de 66 años, murió por inyección letal en el penal estatal en Florence. Fue sentenciado por la muerte de Deana Bowdoin, de 21 años, estudiante de la Universidad Estatal de Arizona.
Él es la sexta persona ejecutada en Estados Unidos en 2022. Frank Strada, vicedirector del Departamento de Correccionales y Rehabilitación de Arizona, anunció la muerte de Dixon el miércoles por la mañana.
En las últimas semanas, los abogados de Dixon presentaron pedidos a la corte para aplazar la ejecución, pero los jueces rechazaron el argumento de que él estaba mentalmente incapacitado para ser ejecutado, ni tenía la comprensión racional de por qué el estado quería ejecutarle. La Suprema Corte de Estados Unidos rechazó un pedido final de aplazar la ejecución a menos de una hora.
Dixon rechazó la opción de ser ejecutado en la cámara de gas —un método que no se ha empleado en el país en más de dos décadas— después que Arizona remodeló su cámara de gas a finales de 2020.
Antes de Dixon, el último prisionero ejecutado en Arizona fue en julio del 2014, cuando Joseph Wood recibió 15 dosis de una combinación de dos fármacos durante dos horas en una ejecución criticada por sus abogados. Wood resopló reiteradamente e inhaló desesperadamente más de 600 veces antes de morir.
Varios estados, incluyendo Arizona, han batallado para adquirir los fármacos para las ejecuciones en años recientes, luego que compañías farmacéuticas estadounidenses y europeas comenzaron a bloquear el uso de sus productos en inyecciones letales.
Las autoridades han dicho que Bowdoin, cuyo cuerpo fue hallado en su apartamento en Tempe, un suburbio de Phoenix, fue violada, acuchillada y estrangulada con un cinturón.
Dixon, que era también un estudiante de la universidad y vivía en la misma calle de Bowdoin, fue acusado inicialmente de violarla, pero el cargo de violación fue retirado más tarde por expiración legal. Pero fue declarado culpable de asesinato.
Medios locales aseguran que el subdirector de prisiones, Frank Strada comentó que las últimas palabras de Dixon fueron: “lo hago y siempre proclamo mi inocencia, ahora hagamos esta mierda”.
Mientras se preparaba la ejecución de Dixon, manifestantes rezaban afuera del complejo penitenciario de Florence.
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