LEÓPOLIS, Ucrania (AP) — El presidente de Ucrania, Volodymyr Zelenskyy, advirtió con indignación a Moscú que está sembrando un profundo odio hacia Rusia entre su población, mientras el fuego constante de artillería y los bombardeos reducen ciudades a escombros, matan a civiles y obligan a otros a esconderse en refugios y buscar agua y comida para sobrevivir.
“Están haciéndolo todo para que nuestra gente abandone por sí misma la lengua ruda, porque ahora la lengua rusa sólo se asociará a ustedes, a sus explosiones y asesinatos, a sus crímenes”, dijo Zelenskyy el sábado por la noche en un apasionado mensaje en video.
La invasión rusa de Ucrania se ha convertido en una guerra de desgaste en muchos lugares, y el coste sobre los civiles sigue subiendo mientras Moscú intenta doblegar a las ciudades desde posiciones fijas.
Los cohetes rusos alcanzaron el sábado la ciudad occidental ucraniana de Leópolis mientras el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, visitaba la vecina Polonia. Los ataques recordaron que Moscú está dispuesta a atacar cualquier punto de Ucrania pese a sus afirmaciones de que ha centrado su ofensiva en el este del país.
El domingo por la mañana aún había un olor a productos químicos en el aire mientras bomberos de Leópolis rociaban agua sobre una zona quemada en una instalación petrolera alcanzada por el ataque ruso.
Un guardia de seguridad en el lugar, Yaroslav Prokopiv, dio que había visto tres proyectiles impactar contra el lugar y destruir dos tanques de crudo, aunque nadie resultó herido.
“El tercer ataque me tiró al suelo”, dijo.
Los ataques rusos en rápida sucesión remecieron una ciudad que se ha convertido en refugio para unas 200.000 personas que han tenido que huir de sus hogares. Leópolis se había librado en gran parte de la violencia desde que comenzó la invasión, aunque los misiles alcanzaron un centro de reparaciones de aviones cerca del principal aeropuerto hace una semana.
Cerca del lugar del primer impacto, en el oscuro y abarrotado refugio antibombas bajo un bloque de apartamentos, Olana Ukrainets, profesional de tecnologías de la información de 34 años, dijo que no podía creerse que tuviera que esconderse de nuevo tras huir de la ciudad de Járkiv, en el nordeste y una de las más bombardeadas en la guerra.
“Estábamos a un lado de la calle y lo vimos al otro lado”, dijo. “Vimos fuego. Le dije a mi amiga ‘¿Qué es esto?’. Después oímos el sonido de una explosión y cristales rotos. Intentamos escondernos entre edificios. No sé cuál era el objetivo”.
Dos ciudades en extremos opuestos del país están siendo las más castigadas en este momento: Chernígov, al norte y situada estratégicamente en la carretera desde la frontera Bielorrusa a la capital, Kiev, y Mariúpol, al sur y con un puerto clave en el Mar de Azov.
Las dos están cercadas por fuerzas rusas, y aún resisten.
Chernígov lleva bajo ataque desde los primeros días de la invasión y en la última semana, Rusia destruyó el principal puente de vehículos que salía de la ciudad y dejó impracticable un puente peatonal cercano, cortando la última ruta de huida para los civiles y de entrada de alimentos y medicinas.
Los habitantes que quedan de la ciudad temen perecer en la misma trampa macabra de masacres y destrucción ineludibles de explosiones, bombas y cadáveres que yacen abandonados en las calles de Mariúpol.
“En los sótanos, por la noche, todo el mundo habla de una cosa: que Chernígov se convierta en la próxima Mariúpol”, dijo Ihar Kazmerchak, un profesor de lingüística de 38 años.
Kazmerchak conversó con The Associated Press por un celular que no dejaba de pitar indicando que la batería estaba baja. La ciudad está sin electricidad, agua corriente y calefacción. Las listas de medicamentos no disponibles en las farmacias crecen cada día.
Kazmerchak inicia su día formado en largas filas para conseguir agua potable, racionada a 10 litros (2,5 galones) por persona. Las personas llegan con botellas y cubetas vacías para llenarlas cuando los camiones cisterna hacen sus rondas.
“La comida escasea, y el fuego de artillería y los bombardeos no paran”, dijo.
La paz de la ciudad se alteró, más de la mitad de sus 280.000 habitantes huyeron, según el alcalde, Vladyslav Atroshenko.
Las fuerzas rusas han bombardeado zonas residenciales en vuelo rasante con “clima totalmente despejado” y “están destruyendo deliberadamente infraestructuras civiles: escuelas, jardines de infantes, iglesias, edificios residenciales e incluso el estadio de fútbol”, manifestó en declaraciones a la televisión ucraniana.
El Ministerio británico de Defensa dijo el sábado que no espera que los ciudadanos de las ciudades bombardeadas en Ucrania encuentren alivio pronto.
“Rusia continuará utilizando su gran potencia de fuego sobre zonas urbanas, ya que parece limitar sus bajas ya considerables, a costa de más bajas civiles”, indicó el Ministerio.
Las fuerzas rusas han atacado hospitales y otros objetivos no militares como un teatro en Mariúpol, donde según las autoridades ucranianas murieron unas 300 personas en un ataque ruso que ya ha provocado acusaciones de crímenes de guerra.
La invasión ha expulsado a más de 10 millones de personas de sus hogares, casi un cuarto de la población ucraniana. De ellos, más de 3,7 millones han huido del país, según Naciones Unidas. Se cree que miles de civiles han muerto.
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Andrea Rosa en Járkiv; Nebi Qena en Kiev; Cara Anna en Leópolis y periodistas de Associated Press en todo el mundo contribuyeron a este despacho.