Jorge Sánchez Herrera – Nómena ArquitecturaArquitecto/Urbanista jorge@nomena-arquitectos.com
Durante una visita relámpago a Bogotá, mientras cruzamos la ciudad en un bus del Transmilenio, un amigo colombiano me dice: ‘Por allá está el Bronx, donde el alcalde Peñalosa quiere hacer el nuevo distrito creativo de Bogotá’. Yo levanté la cabeza para ver hacia el este, pues estaba leyendo en mi teléfono un comunicado de la Municipalidad de San Isidro sentando posición acerca del incidente con el scooter, otro de Miraflores donde indicaban los parques que regarían esta semana, y algunos de la Municipalidad de Lima sobre el cierre de Mesa Redonda.
El Bronx era un sector del centro, muy cercano a los edificios institucionales más importantes de Bogotá, legendario por ser un foco de torturas, desapariciones, narcotráfico y prostitución. Se dice que su origen se da luego de que el mismo Peñalosa, durante su gestión anterior, desocupara la zona vecina conocida como El Cartucho para construir en su lugar el Parque Tercer Milenio. Ante la falta de un verdadero programa de renovación urbana y reinserción social, el crimen se mudó del Cartucho al Bronx. Hace dos años, en un megaoperativo que incluyó mucha fuerza, pero también la asistencia social, la ciudad retomó el control de una zona a la que la misma policía no había logrado entrar por años.
Hoy el proyecto ‘Bronx: Distrito Creativo’, promovido por la Alcaldía de Bogotá a través de la Empresa de Renovación y Desarrollo Urbano (ERU), está en marcha. El año pasado se convocó a un concurso para seleccionar a la empresa que estará encargada del desarrollo del proyecto. La idea es atraer y concentrar agencias, oficinas, empresas e instituciones relacionadas con el arte, la cultura y la educación, pero sobre todo con la innovación, el desarrollo tecnológico y las industrias creativas; un Sillicon Valley colocho.
Bajo del Transmilenio y me quedo pensando en el rol de nuestros alcaldes. Porque sí, yo también quiero que rieguen los jardines, pero ¿quién está pensando en cómo articular toda la inversión inmobiliaria que hay en Lima para generar barrios verdaderamente atractivos? ¿Qué autoridad es la encargada de sentarse en una mesa con Google, Microsoft, We Work, Comunal y las decenas de start-ups para trabajar en un proyecto urbano en común? Porque sí, el uso de scooters hay que regularlo (no prohibirlo), pero ¿no sería mejor conversar con todas aquellas empresas interesadas en proponer soluciones de movilidad y trabajar en generar un sistema articulado, complementario e intermodal? Porque sí, las calles se ven más amplias sin ambulantes, pero ¿no sería mejor aprovechar las dinámicas de esos ‘hubs’ que informalmente ya se dan en Lima (textiles, informáticos, eléctricos) para pensar en nuevos barrios de usos mixtos relacionados a esas economías, en lugar de creer que la solución está en meterles una patada?
El rol de nuestros alcaldes suele parecer ‘doméstico’ porque eso es lo que los vecinos esperamos de ellos. No alguien que imagine los barrios del futuro por nosotros y trabaje junto al sector privado en llevarlos a cabo, sino una suerte de jefe de mantenimiento que nos cambie las flores, tape los huecos y no se olvide de recoger la basura a tiempo.
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