Conoce el secreto mejor guardado para que los tomates estén siempre frescos

Los tomates se dañan por la pérdida de humedad interior.

Según la botánica, el tomate es una fruta por contener pequeñas semillas en su interior y además crece de la flor de la planta. Es uno de los alimentos más utilizados en la preparación de platos salados y si no se conserva de manera adecuada tiende a deteriorarse rápidamente en la nevera.

De acuerdo con la teoría de varios especialistas culinarios, los tomates se dañan por la pérdida de humedad interior. Cuando está en su punto y separado de la planta, esa humedad se va escapando por la parte superior de la rama que lo unía a la tomatera.

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Esto se traduce en que el tomate va secándose por dentro, se arruga por fuera, se pone blando o aguado, pierde sabor y jugosidad junto con la humedad. Para poder conservar el tomate firme, con la piel crujiente y repleto de jugos naturalmente dulces, solo hay que tapar ese escape.

Los chefs mencionan que hay dos métodos: poner boca abajo los tomates o tapar la parte superior con un poco de cinta aislante. Primero hay que recortar o retirar los restos de tallo o de hojas que puedan dificultar la tarea, y disponer el tomate de tal forma que quede tapado ese “tope”, que está ligeramente hundido hacia dentro.

Lo más fácil es poner los tomates boca abajo en una bandeja, mesa o superficie plana. Pero si se van a amontonar o lo vas a colocar en una cesta o algo parecido, según los experto gastronómicos, lo mejor es tapar el pedúnculo con cinta. Lo importante es tapar por completo esa “puerta” natural por donde se escapa la humedad y por donde pueden entrar insectos o microorganismos.

La nevera, recuerdan los expertos, es el mejor lugar para mantener esta hortaliza ya madurada. Lo importante es que estén en su cénit y se sirvan a temperatura ambiente.

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