De sabor suave, único e inconfundible y consistencia similar a la mantequilla, la palta es una fruta rica en fibra y grasas saludables como el ácido oleico (el más importante de los ácidos grasos monoinsaturados) que puede llegar a representar hasta un 80% de su composición. Su aceite es uno de los mejores para su consumo.
Pero ¿qué lo hace tan especial? El aceite de palta tiene una baja proporción de ácidos grasos saturados de entre un 10-19%, en función de la variedad y el estado de madurez de la fruta, mientras que en el de oliva suele ser el 13%. También la proporción de ácidos grasos poliinsaturados es “aceptable” en el aceite de aguacate: entre un 11-15%.
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Es por eso que el aceite de palta es tan saludable como el de oliva, siempre que no se consuma en exceso. Algunos estudios señalan que tiene un bajo nivel de aterogenicidad, es decir, que sus grasas no propician en mayor medida la conformación de depósitos de lípidos en las paredes de las arterias que puedan obstruirlas en el futuro.
Aceite de palta, con aroma y sabor más suaves
Por otra parte, el aceite de palta tiene un sabor y aroma mucho más suaves, casi neutros. Además, su punto de humo es alto: 271ºC, lo que quiere decir que solo a esa temperatura comienza a saturarse y, por lo tanto, a generar humo que es lo que deja a veces un sabor desagradable en los alimentos, además de activar toxinas.
Otro beneficio es que aporta una profunda hidratación, lo que lo convierte en el elemento principal de aquellos productos destinados a las pieles extra secas, deshidratadas y estropeadas. Es altamente recomendado para el pelo dañado y seco por su poder de hidratación.
También previene las arrugas debido a su alto nivel de vitaminas A, B, K y E, los cuales son antioxidantes que ayudan al rejuvenecimiento de la piel.