La “pregunta maldita” que es prohibida en las embarcaciones marítimas para evitar desastres

A lo largo de la historia, embarcaciones de todo el mundo han tenido que atravesar dificultades que han demostrado la fuerza del espíritu humano.

Cualquier persona que haya pasado un tiempo en un barco sabe la enorme cantidad de códigos de comunicación y tradiciones que giran en torno a los mismos, sus tripulaciones y todo lo que se debe hacer para que las cosas sigan funcionando como debe ser, pero, hay una especie de “pregunta maldita” de la que pocos hablan y hoy te contamos de qué se trata.

A lo largo de la historia, embarcaciones de todo el mundo han tenido que atravesar dificultades que han demostrado la fuerza del espíritu humano y algunas habilidades de sobrevivencia que parecen salidas de una película, pues precisamente una de estas situaciones fue la que dio origen a esta “pregunta maldita”, que no se debería decir para evitar desastres.

La increíble historia detrás de la “pregunta maldita” que nunca se debe hacer en las embarcaciones

El mar puede ser bastante abrumador y atravesar grandes distancias en barco a veces puede salir muy mal, como fue el caso del ballenero de Nantucket llamado “The Essex”, el cual en 20 de noviembre de 1820 sufrió el ataque de un enorme cachalote, que acabó dañando la nave a tal punto que la hundió.

Las 20 personas que sobrevivieron estaban conscientes de que no había agua ni comida suficiente para aguantar hasta llegar a tierra, por lo que, luego de dos semanas de naufragar, se quedaron sin agua potable y comida y recurrieron a enjuagarse con agua salada y beber su orina.

Eventualmente, luego de tener que comer el hígado y riñones de uno de los marineros que murió, terminaron decantándose por lo que ahora se conoce como la “cuestión delicada”, que es una forma de decir que se debe dejar a suerte a quien se va a sacrificar para comer.

La “pregunta delicada” y las tragedias en alta mar

Según quedó registrado, finalmente fue Owen Coffin, de 18 años, primo del capitán del Essex quien sacó el papel más corto del sombrero con el cual realizaron el sorteo, por lo que, tuvo que dar su vida para que el resto de los marineros tuviesen que comer en los siguientes días.

Por suerte, la “pregunta delicada” ya no se pregunta gracias a la aparición de los GPS y el último caso de una embarcación cuya tripulación tuvo que hacer la pregunta que “¿Quién se sacrifica por los demás?” Fue en 1918.

Lo Último