Por Ricardo Hinojosa Lizárraga
Esta historia comienza a mediados de la primera década de este siglo, en un bar medio vacío entre pinos, montañas y profundos cañones, en Flagstaff, una ciudad de las muchas que visitaban en aquellos días, ubicada justo en medio del estado de Arizona. Son más de 10 músicos en escena, pero solo hay 15 personas en el público. Unos ni siquiera le toman atención a la música y otros esperan que terminen de una vez porque luego comienza el karaoke. Su mezcla de jazz, funk, world music, soul y pop no parece sorprenderlos. Los miembros de la banda viajaban en condiciones difíciles y llevaban siempre sleeping bags, porque no sabían dónde o cómo dormirían cada noche siguiente. Varios de ellos se habían conocido años antes en la Universidad de North Texas y habían decidido que sería buena idea juntar talentos para un grupo instrumental. Michael League, compositor, productor y bajista, fue el principal gestor de esa unión y uno de los protagonistas de esta historia que comenzó casi a oscuras en inhóspitos pubs, y hoy los lleva a tocar en Paris, Londres, Dublín, Lisboa, Tokio, Nueva York, Rio, Montevideo o Lima. ‘Es fácil tratar las giras como un trabajo. Tratamos de verlo como unas vacaciones’, nos dice un sonriente League. Pero no siempre fue tan sencillo. Los Snarky Puppy pasaron del anonimato casi absoluto de esos primeros días, a ser nombrados Grupo de jazz del año por la revista especializada Down Beat, y la Mejor big band por Jazz Times. El 2014 obtuvieron su primer Grammy, en la categoría de Mejor performance R&B. Luego, el 2016 y 2017 lo ganaron al Mejor Álbum Instrumental Contemporáneo, por Sylva y Culcha Vulcha, sus más recientes trabajos. Suman entre sus influencias a Weather Report, James Brown o Radiohead y han colaborado con artistas como Shayna Steele, Esperanza Spalding, Salif Keita o Susana Baca, quien ha prometido cantar junto a ellos en Lima. La destreza de sus músicos y su capacidad de improvisación, los ha colocado en un gran lugar, demostrando que ya no son la banda sonora de un pueblo fantasma. Eso, aunque increíblemente ellos mismos no se llamen un grupo de jazz.
Culcha Vulcha es su trabajo más reciente y recibió un Grammy a Mejor grabación instrumental, repitiendo el obtenido antes por Sylva. ¿Cómo puedes describirnos el trabajo del grupo en esta grabación? ¿Qué significa para ustedes obtener un premio como ese?
Este fue un álbum interesante porque se apartó de nuestro formato normal de en vivo-en estudio-con-público. Volvimos a un contexto más tradicional. Toda la banda se reunió durante una semana en Texas e hizo un disco con montajes y el tiempo para producir de forma detallada. Todos los músicos tuvieron la oportunidad de utilizar sus habilidades como sesionistas, que normalmente no es el caso en nuestro formato en vivo. Ganar el premio por este álbum fue particularmente especial ya que era la primera vez que lo hacíamos con un álbum sin invitados especiales, solo nosotros. Ganar premios realmente no tiene otra influencia que asegurarnos que la gente está escuchando, lo que significa que podemos hacer lo que sea que deseemos hacer sin preocuparnos si venderá o no.
¿Cómo recuerdas los primeros años del grupo?
La banda en realidad comenzó en 2004, solo que no hicimos un álbum hasta 2006. Los primeros años de Snarky Puppy no fueron muy diferentes de los de cualquier otra banda universitaria. La mayoría de nosotros éramos estudiantes de jazz con horarios apretados, así que creo que se sintió como “una cosa más que hacer” para la mayoría de los miembros. Por ejemplo, un muchacho renunció porque quería más tiempo para trabajar en música para un conjunto universitario. Fue muy modesto, creció muy lentamente, muy naturalmente. En ese momento, practicábamos usualmente una vez a la semana. ¡Ahora, podríamos tener 2 o 3 ensayos por año! (risas).
Sé que, al inicio de su carrera, no la pasaron muy bien, con viajes pesados y tocando en auditorios semivacíos. ¿Qué ha significado para ustedes saltar de ahí a tocar en muchas de las salas más prestigiosas del mundo?
Significa que nada se da por sentado. Más de la mitad de nuestra carrera no tuvo ningún éxito. Es algo reciente que las personas sepan quiénes somos. Estamos agradecidos por el cambio en la fortuna y apreciamos cada pequeña cosa que trae.
Antes de venir ya tenían muy buenas referencias nuestras, pues han grabado un tema junto a Susana Baca. ¿Cómo fue esa experiencia?
He estado en Perú otras dos veces. En mi primer viaje, hace más de tres años, trabajé con mi buena amiga y gran músico Carolina Araoz en el Jazz Jaus y ella me presentó a Susana. Luego volví para proyectar Family Dinner – Volume Two en el Lima International Jazz Festival con Susana como invitada, tal como apareció en la película. Ella es como la “Madre Tierra”, la persona más profunda, más enraizada y gozosa que conozco. Ella sabe quién es, y te hace sentir que también sabe quién eres.
Además de Susana, en ‘Family Dinner’ grabaron con el inmenso David Crosby. ¿Cuál fue la sensación de compartir con una leyenda como él?
En los últimos tres años, David y su familia se han vuelto como la mía. Produje un álbum solista para él, Lighthouse, y realicé una gira de 6 semanas como director musical con Becca Stevens y Michelle Willis, también de Family Dinner 2. Somos amigos cercanos, socios de composición, y nos tomamos el pelo constantemente. Ha sido una de las relaciones más satisfactorias de mi vida.
El 2016, la revista especializada Down Beat los nombró como el grupo de jazz del año. Para Jazz Times fueron la mejor big band. Nuevamente, un paso adelante en la celebridad y en los premios. ¿Cómo lo tomaron?
Siempre es sorprendente ser reconocido. No hacemos música por este motivo, pero se siente bien saber que la gente está escuchando y que les gusta lo que estás haciendo. Expresarte a través del arte y que las personas se sientan y se relacionen con ello es algo hermoso. Tenemos mucha, mucha, mucha suerte.
Otra característica del grupo es que, mientras están de gira, suelen dar talleres o clases maestras. ¿Qué los motiva a esto?
Siendo nosotros mismos productos de la educación musical, sentimos la responsabilidad de pasar lo que hemos aprendido a la próxima generación de músicos. Si podemos ayudar a alguien en su camino creativo, estamos más que felices de poder hacerlo. Es importante para los músicos escuchar las experiencias de muchos artistas diferentes para que puedan analizar la información y encontrar su propia verdad. Queremos compartir lo que hemos aprendido a lo largo de nuestra carrera.
Muchos piensan que el jazz es un ritmo no muy popular, frente a otros más importantes para las radios y los medios, pero el éxito que han alcanzado dice lo contrario. ¿Cómo llevan el trato que la industria musical les da a ustedes?
Fuimos reconocidos por los fanáticos de la música y el público antes de que la industria misma nos notara. Nos ignoraron de alguna manera, y solo luego del primer Grammy eso cambió. Desde entonces, en general, hemos sido tratados con respeto. A la gente le gusta ver que los desamparados lo hagan bien, y nuestra historia definitivamente apoya esa caracterización de la banda (risas).
Algunos de sus miembros han dicho que hacen ‘música para el cerebro y para el trasero’. ¿Cómo podrías definir, en tus propias palabras, el estilo de jazz que ustedes tocan?
Nunca realmente lo llamé jazz. Para mí, es solo música instrumental.
Snarky Puppy en Lima
Lugar: auditorio del Pentagonito
Fecha: jueves 7 de diciembre
Hora: 9.00p.m.
Localidades de venta en Tu Entrada.
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