JOSÉ BARRETO
Háblame de Emily, ese personaje que protagoniza tu cuarto álbum, Emily’s D+Evolution (2016)…
Creo que era mi cumpleaños, yo estaba en Austin (Texas), recostada en mi cama. Comencé a escuchar algo en mi cabeza y a imaginar un personaje. Pensé que estaba loca (risas). Sentí que debía llamarla Emily. Luego comprendí que este proyecto (el disco) era algo que tenía que hacer por ella, o por mí, no lo sé. Podría decirse que es mi álter ego. Lo cierto es que la dejé sonar como ella quería sonar…
¿Quizá es tu niña interior?
No estoy tan segura de eso. O sea, Emily tiene el espíritu aventurero de todo niño, pero yo no la llevo de la mano. Al contrario, ella es quien me ha ayudado a crecer y a expandirme a un mundo con mayores posibilidades.
Un paso importante en tu carrera fue el Grammy que ganaste como Mejor Artista Nueva el 2011 (arrebató el premio a Drake y Justin Bieber), ¿cómo lo tomaste?
En principio, me siento agradecida. Es un galardón que muchos quieren y fue un sueño… Mmm, la verdad ¡no! (Risas). No me siento así. Me sentí incómoda porque, en principio, no hay un ‘mejor’. Todos los que hacemos música, desde el pop a la psicodelia, somos importantes para alguien. Todos necesitamos la música de otros para inspirarnos o simplemente para hacer lo opuesto. Pero no hay nadie ‘mejor’. Creo que es un término tonto que le hace daño a la música.
Sin embargo, esto hizo que vaya mucha más gente a tus conciertos…
Y me encanta. Me encanta el hecho de que más gente vaya a verme o que más gente escuche mis canciones. Se siente bien. Pero eso no define mis decisiones como artista. No es un termómetro para decir que alguien es bueno o malo. No hago música pensando en cuánta gente irá a mis shows. Recuerda que hay mucha basura que le gusta a audiencias muy grandes.
Pregunto eso porque muchos muy buenos músicos de jazz no pueden ni siquiera soñar con el éxito que tienes…
Soy una chica linda y extraordinaria en la música. Punto (risas). Soy extraordinaria y lo sé, y estoy haciéndome aún mejor. Soy libre, joven y bonita, y todos esos factores venden. Sí, el factor visual ayuda, pero eso se acaba, y las buenas artistas sabemos eso.
¿Cómo fue que elegiste al contrabajo como tu instrumento principal?
No es que lo haya elegido, solo que de niña tocaba en muchas orquestas y aprendí a tocar muchos instrumentos, pero nunca tuve la oportunidad de experimentar con el contrabajo. El día que lo hice, no hubo más, la conexión fue inmediata y supe que sería mi instrumento para toda la vida. Suena espectacular, puedo improvisar, me da lo que busco.
A propósito de las elecciones en EE.UU., las preferencias por Donald Trump han subido en los últimos meses, ¿qué opinas al respecto?
Hay mucha gente que busca una excusa para herir a los demás y sentirse superior. Trump es la personificación de esa ideología. Es perturbador, pero no debemos preguntarnos por qué sucede, sino más bien qué podemos hacer para cambiar eso.