FABIÁN W. WAINTAL Metro World News
De la misma forma en que se transforma en el cine con su papel de gánster en Pacto criminal, Johnny Depp (Kentucky, 1963) también tiene un estilo particular para su propia transformación en la vida real. Con un pájaro tatuado en una mano y un rayo azul en la otra, cuatro anillos muy bien repartidos (con uno tatuado también), aro en una oreja, gorra, lentes, chaleco, camisa de mangas largas desabotonadas y un pañuelo atado al cuello en vez de una corbata, nos sentamos a conversar con la verdadera versión de este admirado actor.
Más allá de la transformación de tus personajes, ¿has tomado conciencia de los cambios en tu carrera a lo largo de tantos años en Hollywood, o nunca te preocupaste por el éxito de tus películas? Es una pelea constante (risas). Desde que tenía unos 19 años, siempre confié solamente en los trabajos que me interesaban. Es todo lo que me preocupa. Y mira lo que se consigue con 20 años de fracasos.
¿Cómo definirías el éxito a nivel personal? Para mí, en cada papel que elijo, me conformo con llegar al lugar en el que creo que el personaje debería estar, sintiendo que también hice un buen servicio al director, a mí mismo y al autor del guion. Para mí, eso es un éxito. Las recaudaciones son otro tema. No es para nada asunto mío.
¿Te cuesta dejar a tus personajes? Me despido de mis personajes al terminar el rodaje. Luego sigo adelante. Pero a la hora de transformarse por completo para el cine, hay una gran diferencia entre hacerlo para un personaje que realmente existió, como el gánster James ‘Whitey’ Bulger en Pacto criminal, y hacerlo para roles ficticios.
«Pacto Criminal» se estrena hoy en los cines nacionales.
¿Ahora me vas a decir que el Sombrerero Loco nunca existió? ¿Willy Wonka tampoco? (risas). ¿Tampoco existe Santa Claus? ¿Ni el conejo de Pascuas? (más risas). Obviamente, cuando te toca un personaje ficticio es posible llevarlo hasta lugares muy extraños y es algo en lo que he explorado bastante en mi carrera. Pero cuando tengo que interpretar a una persona que realmente existió o todavía existe, siento mucha más responsabilidad. No importa si es bueno o malo, la responsabilidad existe, porque es su vida. Y la responsabilidad pasa por contar una verdad hasta cierto nivel.
¿Es tan necesaria una transformación física tan drástica para una buena actuación? Era muy importante para poder encontrar al verdadero Jimmy Bulger. Tengo que decir que también trabajo con el mismo maquillador desde hace años, Joel Harlow. Es brillante. Consiguió colocar una escultura de Bulger en mi rostro.
¿Cuánto sabías de la historia del gánster James Bulger? Desde un principio estaba muy familiarizado con su historia porque es un personaje que siempre me había fascinado. Después, leí toda clase de libros con ángulos diferentes. Todos tienen una versión distinta de lo que pasó exactamente.
¿Pudiste conocer a los verdaderos protagonistas de la historia? Bueno, en realidad, me contacté con el abogado de Bulger, Jay Careny, para pedirle la oportunidad de conocer a Bulger y poder escuchar su propia versión de los hechos. Cuando hice la historia de Donnie Brasco tuve la suerte de pasar bastante tiempo con Joe Pistone y pude cambiar bastantes datos en el guion que no eran ni remotamente ciertos. Y con Jimmy Bulger no sé lo que pudo haber pasado, porque una semana después de mi pedido, recibí un mensaje de Carney diciéndome que Jimmy rechazaba con respeto mi solicitud porque no era un gran admirador, como podrás imaginarte, de ninguno de los libros que cuentan su historia. Desde ese momento, Carney fue muy directo para decirme que él mismo podía contarme algunas cosas, pero que nunca iba a poner a su cliente en ninguna situación ridícula.
¿Es posible interpretar a un verdadero criminal sin juzgarlo en el intento? Mi intención tampoco era salir a crear a alguien malvado, porque no creo que ninguno de nosotros lo seamos. Como todos sabemos, hay ciertos negocios que necesitan que el lenguaje sea pura violencia. Y esa es la única forma en que lo vi yo.
¿Y la forma de actuar, más allá del cambio físico, como no pestañear nunca? La idea de un mínimo pestañeo me pareció que era la forma en que se concentra un depredador, tratando de lograr con su mirada que otra persona siga su camino, para entrar en sus cerebros y controlarla de alguna forma. Jimmy también tenía una obsesión con la limpieza, aunque era una persona que vivía en un mundo de extremada violencia gráfica. Me encantó esa obsesión de querer tener siempre las manos limpias. Nos pareció un gran detalle.
Hay una escena de la película en la que Bulger le dice a su hijo que estuvo mal pegarle a otro muchachito delante de todos. ¿Es la clase de consejos que le daría usted a su hijo, en la realidad? ¿De verdad asumiste que nunca le hubiese dicho lo mismo a mi hijo? Estás equivocado (risas). No me parece nada fuera de lo común que los niños se defiendan.