La trabajadora temporal toca fondo
Por: Douglas Coupland
¿Tienes algún lugar especial a donde ir cuando has tocado fondo? Algunos tienen un sitio, yo simplemente conduzco y conduzco: paso por los centros comerciales, las zonas de industria ligera y por los campos. Luego de ver a Kyle entrar en la refinería, empecé a pensar en el mundo y en cómo ha cambiado, incluso durante mi corta vida. Países como Grecia, que solía ser una nación normal, ahora tienen una arruinada clase media y en las noches se convirtie en algo sin precedentes y sin nombre, es una tierra sin economía pero con buen café y buenos lugares con wifi para fumar. De repente me hallé pensando en burbujas, en cómo todo lo que hacemos se tambalea de burbuja a burbuja. ¿Estamos en una nueva burbuja? ¿La burbuja está a punto de estallar? Le tengo miedo a las burbujas y estoy cansada de ellas, pero soy adicta a las burbujas. Vaya usted a saber por qué.
Manejé bajo las subdivisiones de construcción de los que murieron en el 2008, sus habitaciones 2×4 estaban grises por las polillas. Me sorprendió pensar en si somos adictos a la idea de que una sociedad sin clase media, no es realmente una sociedad. Me pregunté si quizás en los días de antaño de Detroit, las neveras gigantes y los Beatles nos engañaron al hacernos pensar en que la clase media es sinónimo de futuro, y sin ella no podríamos imaginar cómo sería nuestro mañana. Me resultó extraño cómo los políticos repetían las palabras ‘clase media’ una y otra y otra vez, como si al hacerlo pretendiéramos que aún existe y que no se está evaporando a diario como un charco en la carretera.
La noche llegó y yo estaba en cualquier lugar y en ninguna parte cuando mi celular zumbó. Era el señor Xu, quien estaba de nuevo en la ciudad. Me dijo que me tenía preparada una gran sorpresa en su suite de alojamiento corporativo de corto plazo. Ni siquiera me acuerdo de la última vez que me alegré tanto de recibir un mensaje de texto.
Manejé hasta el Alojamiento Corporativo Ejecutivo a Corto Plazo, timbré en la habitación 307 donde me esperaba el ñoño pero adorable señor Xu. ‘Ah, la perrita faldera del capitalismo. ¿Estás lista para la gran sorpresa?’. ‘¡Cállate, no puedo creer que hayas regresado!’. Le di un beso y le dije: ‘Está bien, tíramelo. Estoy lista para tu gran sorpresa, hombre’. ‘Me disculpo anticipadamente por si no es lo que esperabas’. ‘¡Muéstrame tu sorpresa!’. ‘Muy bien’.
Una sábana cubría lo que se supone era el salón principal. El señor Xu la quitó y yo me bañé en la majestuosidad de lo que vi.
‘Demasiado sexy, ¿no crees?’, me dijo.
Tome un poco de aire y afirmé: ‘Señor Xu, realmente me ha sorprendido’. Ante mí habían hermosas filas de estanterías en donde reposaban cerca de mil pares de zapatos únicos que, si se pusieran a la venta, harían colapsar inmediatamente a eBay.