Conoce la “capilla sixtina” de Cusco y la ruta del Barroco Andino

La Compañía de Jesús y la ‘Sixtina de América’, ubicada en Andahuaylillas, provincia de Quispicanchi, región Cusco , son puntos importantes de la ruta más impresionante del arte de templos coloniales, que va desde la ciudad del Cusco al Valle Sur.

La fastuosa Compañía de Jesús, templo colonial que se impone en la cosmopolita plaza de Armas de Cusco, es el inicio de un recorrido que nos lleva a visitar las obras arquitectónicas, artísticas, históricas y religiosas que, atesoradas por siglos, ahora son mostradas a los visitantes.

Antes de la llegada de los españoles, el templo de la Compañía se llamaba Palacio del Inca Amaru Cancha, y tal como ocurrió en el proceso de evangelización, sobre sus cimientos se esculpió la caprichosa estructura pétrea de los templos de estilo barroco.

Cautiva el soberbio retablo en madera tallada cubierta con pan de oro -uno de los más altos de América- con lienzos y esculturas. Su cúpula adornada con barandillas; el púlpito que resplandece con los tallados por los rayos de sol que se escabullen por ventanas y ventanucos.

De vírgenes y arcángeles

Las pinturas evocan la vida de San Ignacio de Loyola, sus esculturas son vírgenes, santos y arcángeles de miradas piadosas, algunos revestidos en terciopelo multicolor y de finos bordados. Aquí encontramos obras del padre Bernardo Bitti, Jerónimo Quispe, Cipriano Gutiérrez y Pedro Vargas.

Entre estos lienzos destaca el matrimonio político del sobrino nieto de San Ignacio de Loyola, el capitán Martín García de Loyola, con la bella princesa inca Beatriz Clara Coya. Este fue quien capturó a Túpac Amaru I (hermano de Sayri Túpac, padre de Beatriz), el último inca rebelde de Vilcabamba, ejecutado en 1572.

La boda marcó oficialmente el inicio del mestizaje en la capital de los Incas, el Tahuantinsuyo; la historia no quedaría ahí, una hija de ambos se casaría también con el nieto de San Francisco de Borja.

La Canincunca del sur

A solo unos 40 minutos en auto desde el Centro del Cusco está la capilla de la Virgen Purificada de Canincunca. Para llegar se atraviesa el valle interandino sur, que destaca por sus restos arqueológicos de las culturas Wari e Inca, algunas lagunas, y se puede probar una deliciosa gastronomía basada en las carnes del cuy, pato y chancho.

La festividad en honor a la ‘mamita’, como se la conoce, es en el mes de febrero. La capilla de la Canincunca, construida a fines del siglo XVI, es quizás el más austero entre los templos; sin embargo, deslumbra con sus retablos y pinturas murales de estilo árabe-cristiano: el mudéjar.

Sin dejar de mirar la imagen de la Virgen María en el altar, el guía Alfredo Cutimbo explica que el lugar fue de importancia para las ceremonias desde la época de los waris. Contiguo al recinto hay un cementerio donde se encontraron restos óseos que datarían de esa cultura cuyos vestigios con urbanizaciones destacan no tan lejos.

En la ruta al apacible pueblo de Huaro, de pasajes empedrados, está el templo de San Juan Bautista, edificado en adobe entre fines del siglo XVI e inicios del XVII con un diseño del Renacimiento. Su decoración con murales multicolores (predomina el rojo), fue en diferentes fases, al ingresar embelesa el enchapado en plata del tabernáculo.

Tadeo Escalante, artista indígena-noble, plasmó su pintura programática bajo el coro que se alza en la parte superior con murales sobre las postrimerías, como el ‘Juicio Final’, el ‘Infierno’, el ‘Cielo’ -en las que incluso él se retrató en medio de sumos pontífices y obispos, y hasta como un querubín-. Sus obras, que datan de 1802, son estudiadas porque tendría relación con la gesta de Túpac Amaru II.

Junto a estas, inciden lienzos de la vida de San Juan Bautista, la escultura de la Santísima Trinidad, un impresionante artesonado con la estrella de Belén y el coro con dos órganos (uno traído desde Canincunca para su restauración y seguridad).

Andahuaylillas

‘Andahuaylillas está acasito nomás’, dicen lugareños cuando se está próximo al cálido poblado, cuya plaza guarda árboles frondosos, pisonay, palmera y el templo San Pedro Apóstol, concluido a inicios del siglo XVII. El templo es comparado con la Capilla Sixtina.

Su población, que no supera los cinco mil habitantes (contando a las comunidades), es muy afectuosa. Su recinto religioso es de fachada sobria de adobe, piedra; balcón con murales y en su interior ubicamos las más exquisitas y bellas obras de arte religioso.

Joya musical

Antes de iniciar el recorrido, deleita la primera composición polifónica de América, el ‘Hanaq Pachaq Kusikuynin’, compuesta por el párroco indígena Juan Pérez de Bocanegra, himno a la Virgen María, en el que se le pregunta el reino de los cielos para los incas. Toda una joya.

El barroco andino es exuberante por los excesos en detalles artísticos. Se evidencia en su retablo de intenso pan de oro con lienzos y esculturas de vírgenes y santos; la nave con un artesonado en franjas con predominantes azules, grises, dorados y rojos, con símbolos del santo padre y una estrella andaluza o de origen árabe, fueron talladas en 1645. Los turistas que visitan el San Pedro Apóstol quedarán fascinados en la contra sacristía al admirar el retablo de filigrana en plata con una fuente para agua bendita, exacta para el dedo índice: la lámina está adornada con piedras preciosas.

El guía Alfredo Cutimbo ha visto a muchos franceses llorar. ‘Ellos vienen de la capital del arte. Verlos llorar te hace pensar que la decoración de este templo vale muchísimo’.

El coro de Andahuaylillas tiene a Capistrano Perca como su único organista, como lo fueron su padre y abuelos.

Para promover el Barroco Andino y la cultura inmaterial de Andahuaylillas, el 5 y 6 de noviembre se realizó el festival ‘Kusikusunchis’, participaron Fabiola de La Cuba y el pianista Juan José Chuquisengo.

El templo fue restaurado por la Compañía de Jesús y la World Monuments Fund, colaboraron la fundación Repsol y Backus. Otras iglesias de la ruta del barroco también serán intervenidas.

Andina

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