Jorge Sánchez Herrera – Nómena ArquitecturaArquitecto/Urbanistajorge@nomena-arquitectos.com
Uno de los estribillos para descalificar a la izquierda en estas elecciones traía de vuelta la gestión municipal anterior: ‘Villarán tuvo su oportunidad y no hizo nada’. ¿En serio? No pondría su gestión en el podio pero, vamos, ‘tampoco tampoco’. Dejemos de lado su menospreciada apuesta por la cultura y los espacios públicos y centrémonos en el transporte. Cualquier autoridad con los pantalones para enfrentarse a las mafias que dominan el transporte público, con el costo político que eso conlleva, merece mis respetos.
Porque, aclaremos dos cosas. Primero: Tenemos un serísimo problema de inseguridad ciudadana, pero el principal problema de Lima es la falta de un sistema de trasporte público decente. Y segundo: una de las peores herencias que el fujimorismo nos dejó (y vaya que son muchísimas) fue la ley que liberalizó el transporte público, abandonando el rol del Estado en regular un servicio público.
Por eso la creación del Sistema Integrado de Transporte (SIT), que pretendía reducir el número de rutas, con buses más grandes, nuevos y limpios; a través de empresas formales con choferes y personal en planilla, era el primer paso de una reforma fundamental para Lima. Una reforma defendida fervientemente hasta por regidores de oposición como Pablo Secada, y cuyos siguientes pasos consistían en la implementación de los otros tres corredores viales (Faucett-Javier Prado y Arequipa-Tacna ya operaban).
Pero desde el primer día de la nueva gestión de Castañeda, quedó claro que implementar los corredores iba a ser difícil. ‘¿Reforma… qué reforma? declaraba el alcalde. Las metidas de cabe no tardaron en venir. Desde las elementales como la demora en el retiro de las rutas que competían con los corredores, hasta las más majaderas, como la obligación de que los consorcios ya operando cambien el color de toda su flota, de azul a gris.
El tiro de gracia vino hace unos días, con la anulación de los contratos de tres consorcios -TGA (Tacna-Arequipa), EcoExpress (Faucett Javier Prado) y Lima Perú S.A. (San Juan de LuriganchoBrasil)- por negarse a firmar las adendas propuestas por el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) a su contrato. Para Emilio Cillóniz, gerente de EcoExpress, la obligación de que exista la aprobación del MEF no puede aplicarse de forma retroactiva, ya que sus contratos fueron firmados antes de la modificación del reglamento de la ley vigente de asociaciones público-privadas (APP). Además, sostiene que lo propuesto en las adendas atenta contra la sostenibilidad del sistema, ampliando el plazo de la Municipalidad para implementar el sistema de recaudo y quitándole al sistema los ingresos por publicidad en los buses y paraderos. Para Cillóniz, si Protransporte no es responsable de que existan los recursos para sostener el sistema, es muy probable que la reforma muera.
Sobre el fracaso anunciado del bypass de 28 de Julio los invito a leer la última nota del blog de urbanismo Lugares Comunes (comuneslugares.wordpress.com). Es esclarecedora. Pero les dejo algunas ideas finales.
Hace décadas que las ciudades dejaron de construir pasos a desnivel en sus áreas urbanas por dos razones. Si aumentas la capacidad de una vía, ‘facilitas’ el tránsito a través suyo y automáticamente aumentas el tráfico. Y si excavas un zanjón divides los barrios, destruyes el espacio urbano y haces menos atractivo vivir en la ciudad. Lo que cualquier municipalidad medianamente capacitada en el mundo quiere hacer es precisamente lo contrario: convertir sus barrios en lugares más tranquilos, seguros y atractivos para vivir.
Seguir pensando que la solución al transporte en la ciudad tiene que ver con facilitar el uso del automóvil en desmedro del transporte público es de locos. No es posible que tengamos un alcalde que no tiene la más mínima noción de cómo debe funcionar una ciudad del siglo XXI.