VERÓNICA KLINGENBERGER
Cuando te gane la angustia, cuando las noticias sobre ISIS, Boko Haram u otro asesinato masivo en manos de otro copycat que siempre termina suicidándose invadan todas tus pantallas, respira tranquilo: hay esperanza para tus hijos y los hijos de tus hijos. La Tierra podría convertirse en una colonia extraterrestre y librarnos así de criaturas aún más horripilantes como el pastor Lay, por citar a alguna.
No son patrañas; hace algunos años, uno de los terrícolas más brillantes de todos los tiempos lanzó una alerta sobre los peligros de contactar con organismos inteligentes fuera de este mundo. Hasta hoy, Stephen Hawking teme que el planeta sea colonizado por alienígenas tan poco amigables como los malvados enanos cabezones de la estupenda Mars Attacks!, de Tim Burton.
El científico nacido en Oxford incluso se animó a imaginar el físico de los malditos colonos extraterrestres. Tendrían piernas para moverse y ojos para detectar a sus patéticas víctimas. Al menos, eso le dijo a Larry King en una entrevista telefónica. Y como para que no olvidemos que es inglés, agregó: ‘Tampoco esperemos que luzcan como Marilyn Monroe’.
Todo esto podría resultarnos divertido porque a fin de cuentas suena inverosímil, pero no perdamos de vista dos cosas del tamaño de un meteorito: 1) Hawking no es ningún chiflado ni un estafador que asegura haber viajado a otros planetas atravesando una puerta mágica en las playas de Chilca. Es un físico, cosmólogo y respetado científico, miembro de la Real Sociedad de Londres que fue titular de Cátedra Lucasiana de Matemáticas en Cambridge, con doce doctorados honoris causa y la Orden del Imperio Británico. 2) Hawking no es el único que anda mirando con sospecha el cielo estrellado. Hay otros, como el astrónomo y astrofísico Frank Drake, quien en 1960, mientras trabajaba en el National Radio Astronomy Observatory, apuntó su telescopio hacia una estrella llamada Tau Ceti.
Drake buscaba señales de radio enviadas por organismos inteligentes allá afuera. Y lo que empezó como una corazonada a los 8 años, se convirtió en una organización mundialmente conocida como Seti (Search for Extra Terrestrial Intelligence). Desde entonces, miles de telescopios de todo el planeta contemplan el cielo y esperan respuesta. Lamentablemente, hasta hoy, no se ha registrado ni siquiera el cri cri de un grillo interestelar. Pero los miembros de Seti no están solos.
En febrero del 2008, la Nasa envió al espacio un mixtape cósmico supuestamente en son de paz: Across the Universe, de los Beatles, sigue esperando sorprender a los extraterrestres más melómanos. Brillantes hombres en batas blancas afinaron sus telescopios para cantarle al potencial enemigo ‘nada va a cambiar mi mundo’, mientras la ciencia advierte lo contrario.
Hay 443 planetas extrasolares que orbitan alrededor de 350 estrellas. La mayoría son pelotas gigantescas que tienen la forma de Júpiter. El más pequeño mide casi el doble de nuestra moribunda Tierra. Los científicos del futuro van a tener acceso a telescopios monstruosamente enormes como el Telescopio Europeo Extremadamente Grande (la creatividad para los nombres es otro de sus fuertes). Con un diámetro de 42 metros, esta propuesta del Observatorio Europeo del Sur será tan poderosa que podremos explorar la atmósfera de planetas lejanísimos y detectar indicios químicos que insinúen vida. Solo Seti ha podido descubrir al menos 1.000 sistemas estelares.
Y todo indica que si la tecnología sigue avanzando, alguno de sus convencidos militantes encontrará señales de vida extraterrestre en apenas 20 años. Ojalá sea así. Los marcianos más feos y malvados parecen ser terrestres, así que no tenemos nada que temer.