La “Bomba del Zar”, la bomba atómica más potente del mundo creada por científicos soviéticos y convertida en símbolo de la Guerra Fría con ocho metros de largo y 25 toneladas de peso, se expone por primera vez en Moscú, Rusia.
“Cuando me acerco a ella me siento mal porque pienso en todo el daño que hubiera podido provocar”, explica a la AFP el exaviador Nikolai Krylov, de 62 años, uno de los visitantes, que reconoce sin embargo que también es un motivo de orgullo para Rusia.
“Habría sido mejor que nunca hubiera existido”, explica por Galina Ivanovna, una jubilada de 72 años que considera que la bomba es “un objeto que sobra en la historia de la humanidad”.
“Pero en esa época tuvo un papel importante y es quizás gracias a ella que hoy estamos aquí”, asegura esta mujer de pelo blanco que trabajó 35 años para la industria nuclear civil.
Ese año está considerado como el día del nacimiento de la industria nuclear rusa, que en 2015 celebró el 70 aniversario de su creación.
“Esta bomba, la más potente de la historia, está considerada como el factor principal que llevó a los países que tenían armas nucleares a tomar el camino hacia la paz”, asegura Mijaíl Baiasjalanov, uno de los guías de la exposición.
Según Nikolai, un visitante de 32 años que se hizo una foto con la bomba, situada en el medio de una sala llena de luz, “la ‘Bomda del Zar’ fue indispensable para evitar una Tercera Guerra Mundial”.
“Creo que las armas nucleares son sobre todo un factor de disuasión y, en gran parte, una garantía para la estabilidad y la paz” en todo el mundo, añade.