¿Podremos dentro de unos años dormir con los peces y las olas moviéndose sobre nuestras cabezas? El diseñador británico Phil Pauley, un apasionado de la idea de vivir bajo el agua, sobre la que ha escrito un libro, aspira a que se haga realidad este siglo a lo largo de su propia vida.
Este profesional, que dirige un estudio creativo en Londres (www.philpauley.com) ha ideado una futurista ciudad submarina autosostenible, capaz de alojar a un centenar de personas y mantener sus vidas sin tener que depender del aire, los alimentos y otros recursos esenciales provenientes del mundo exterior.
Sub Biosfera 2 (SBS2) es un hábitat submarino cerrado, autosuficiente y concebido como una base de operaciones para exploradores y turistas submarinos, así como para efectuar estudios oceanográficos.
Su diseño se inspira en el amor de Phil Pauley por el buceo, en su fascinación infantil por los trabajos del explorador e investigador francés Jacques Cousteau y del experto estadounidense en laboratorios e investigaciones submarinas Ian Koblick, señalan desde el estudio londinense.
Esta ciudad submarina también se fundamenta en el estudio del proyecto Biosfera 2, una estructura hermética con un tamaño similar al de dos campos y medio de fútbol, construida en Arizona (EU) entre finales de la década de 1980 y comienzos de la de 1990, para reproducir un ecosistema terrestre autosuficiente, basado en el reciclado de los recursos disponibles en su interior, de cara a las futuras colonias espaciales.
Según Pauley, “la idea de edificar asentamientos humanos bajo el agua existe desde hace mucho tiempo, y actualmente los astronautas de la NASA efectúan misiones de entrenamiento submarino. Ya están muy desarrollados los entornos con sistemas cerrados, como de los submarinos de última generación o el de la Estación Espacial Internacional”.
“Sub Biosfera 2 tendría un papel importante como banco mundial de semillas, así como en el almacenamiento y el mantenimiento de las personas, las plantas y la vida animal”, añade este diseñador y futurólogo.
Esta estructura también ofrecería un hábitat de larga duración para alrededor de cien personas, que es el número mínimo que haría falta para reconstruir la especie humana, en el caso de que fuera diezmada por un desastre natural o una catástrofe producida por el Hombre, según explica el experto.
Para Pauley, este concepto futurista no es una hipótesis descabellada, ya que en el pasado han ocurrido eventos que han causado estragos en la vida del planeta, por ejemplo la extinción de los dinosaurios a escala global, e incluso sucesos devastadores más localizados, como las erupciones de supervolcanes y las pandemias.
“Si no podemos evitar que el efecto invernadero siga avanzando desbocado, a largo plazo puede ser que estemos más seguros debajo del mar”, enfatiza.