El Instituto Geofísico del Perú (IGP) recomendó extender la cobertura de la telefonía digital a escala nacional para mejorar el nivel de respuesta ante la ocurrencia de un sismo de gran magnitud, dado que las comunicaciones viajan 25 veces más rápido que las ondas sísmicas. Hernando Tavera, director de Sismología del IGP, explicó que las ondas sísmicas viajan a una velocidad de ocho kilómetros por segundo, mientras que las comunicaciones lo hacen a 200 kilómetros por segundo, lo que permite transmitir mensajes de alerta para que las personas se pongan a salvo y el evento no las encuentre desprevenidas.
Sostuvo que si bien es imposible detectar con anticipación la ocurrencia de un sismo, lo que sí se puede hacer es mejorar los sistemas de comunicación para avisar a la población para que ponga en práctica las medidas de respuesta apenas se registre un temblor, dado que las comunicaciones son más veloces que las ondas sísmicas.
El experto indicó que actualmente la mayor parte del sistema de comunicación telefónica en el país es analógica, la cual es menos eficiente que la digital que permite un contacto más veloz.
Recordó que en Japón, país considerado un referente en este tema, la red de comunicación es digital y ello permite en escasos minutos que la población reciba mensajes de ocurrencia de terremotos y adopte las acciones de seguridad respectivas.
En lo que respecta al IGP, el funcionario refirió que dicha entidad empezó el 2010 la implementación de un red sísmica satelital con la instalación de acelerómetros de última generación para optimizar la investigación sismológica.
“El acelerómetro permite medir cuantitativamente las oscilaciones del terreno y su respuesta al paso de las ondas sísmicas”, detalló.
Anotó que actualmente se han instalado 17 equipos en diversas regiones del país y tienen previsto contar con 70 en los próximos años, siguiendo el ejemplo de Japón que cuenta con la mayor red sísmica del mundo.
Sin embargo, Tavera afirmó que el éxito de una respuesta adecuada de la comunidad ante un terremoto depende en primer término de la prevención, siguiendo las recomendaciones de defensa civil, participando responsablemente en los simulacros, y adoptando medidas que minimicen los riesgos.