Las imágenes aparecen en la pantalla antes que en el sujeto. Árboles y una espiral. Pensando mucho, él intenta visualizar un recorrido y el computador lee las neuronas más activas, causando un fuerte repunte en la gráfica. Esta prueba ha sido pasada y el sujeto gana dinero.
“Estamos observando su programación y buscando patrones”, dice el investigador y doctor Zeb Kurth-Nelson en el Wellcome Trust Centre for Neuroimaging. Este programa investiga las adicciones, donde se pone a prueba la capacidad del sujeto para responder a una secuencia de imágenes de estímulo y monitorear las señales cerebrales.
“En adictos a la heroína, las partes del cerebro que ayudan a planear el futuro no están funcionando”, dice el doctor Kurth Nelson. Pero en la localización de las áreas exactas que se han deteriorado, la investigación puede proporcionar un camino para el tratamiento.
Dichos programas se basan en técnicas de lectura del cerebro que han hecho que nuestras mentes sean cada vez más transparentes. Desde que La Proyección de Imagen de Resonancia Magnética Funcional (FMRI, en sus siglas en inglés) surgió en la década de 1990, los científicos se la pasan detectando la actividad del celebro al desnudo, para identificar patrones de comportamiento e incluso cambios. “Estábamos mirando las palabras, luego observamos las oraciones y cómo se utilizan”, comenta el doctor Arthur Toga, líder del proyecto de mapeo cerebral más grande del mundo, Hu-man Connectome.
Este progreso cuenta con el apoyo de los más altos poderes. “Tenemos que invertir en las mejores ideas… nuestros científicos están mapeando el cerebro humano para desbloquear las respuestas a la enfermedad del Alzheimer”, señaló el presidente Obama en su último discurso del Estado de la Unión, antes de poner en marcha durante 10 años, un multimillonario proyecto dedicado al mapeo de la actividad cerebral hasta la última neurona. Esta investigación será un poco más costosa que el Proyecto del Cerebro Humano de la Unión Europea, el cual pretende construir una simulación exacta del órgano.
Ambos científicos señalan que esta investigación devolverá la inversión en términos de beneficios sociales y tendrá como objetivo potencial la reincidencia criminal. Más del 60% de los presos de Estados Unidos vuelve a delinquir y las pruebas de resonancia magnética funcional en 100 sujetos sugieren que el control de los impulsos puede ser el factor clave y que la lectura de los patrones puede predecir el comportamiento criminal.
“Esto conlleva un riesgo y ofrece una oportunidad para la intervención, que puede ayudar al sistema legal y a los delincuentes”, dice el autor del estudio, el doctor, Kent Kiehl de la Red de Investigación de la Mente. “Estamos lejos de tener escáneres de cerebro en las salas de juicio, pero cuando el tratamiento mejore, los jueces podrían tener una opción: tratamiento o la cárcel”.
Más allá de la lectura del cerebro, los científicos están empezando a hablar su lenguaje. Este año, el profesor de la Universidad de Duke, el doctor Miguel Nicolelis, creó el “primer interfaz cerebro a cerebro”, dirigiendo las señales del cerebro de las ratas a través de electrodos que permiten que las instrucciones se pasen entre ellas.
“Ellas enviaron mensajes sofisticados y se fueron mejorando con la práctica”, comentó Nicolelis, quien pretende conectar varios sujetos de prueba a una “red de cerebro” para resolver tareas en conjunto. El modelo ha sido utilizado para permitir que la gente controle la prótesis con sus mentes y Nicolelis cree que las señales cerebrales podrían aprovecharse para realizar prácticamente cualquier tarea motora. Estas señales pueden ser controladas mediante campos emergentes como la optogenética, la cual permite a los científicos inducir la agresión o el deseo sexual en los sujetos de prueba, estimulando las neuronas pertinentes. Una mejor comprensión de la formación de la memoria, permitiría ‘borrar’ un trauma.
Estas posibilidades han planteado preocupaciones éticas. “Las agencias de Inteligencia usarían estas investigaciones para descubrir espías, los empleadores querrán investigar a sus empleados y las escuelas para descubrir vándalos o tramposos”, dijo el profesor de Bioética, Paul Root Wolpe. Ha habido intentos para legislar contra posibles abusos de la tecnología emergente. Pero las preguntas morales suelen ser ahogadas por la emoción de una nueva ola de programas para curar enfermedades, mejorar la sociedad y satisfacer nuestra curiosidad sobre los misterios del cerebro. Desde auriculares para la lectura del estado de ánimo hasta la publicidad adaptada, los productos están a nuestro alrededor. Para bien o para mal, todos somos transparentes ahora.