El origen de la felicidad ha sido una preocupación para los seres humanos desde los comienzos de la historia.
Por años, el sentirse feliz fue considerado un sentimiento vago e inefable, que nacía del ‘corazón’ y estaba muy relacionado con el optimismo y la satisfacción personal.
Sin embargo, hoy en día la ‘fría’ ciencia nos revela que la tendencia a la felicidad es un estado físico del cerebro, que puede ser inducido y hasta medido.
Hace poco, una investigación del Instituto Douglas de Montreal, en Canadá, descubrió que* el estado de felicidad podría depender de una pequeña estructura alojada en el centro del cerebro, llamada núcleo caudado.*
Al parecer, esta estructura jugaría un papel primordial en el sistema de recompensa, que está ligado con el placer y la satisfacción. Además, estaría muy ligada a nuestra capacidad de disfrutar de emociones positivas.
Pero no sería la única. Un artículo publicado el 2007 en la revista The American Journal of Psychiatry reveló que la alegría y la tristeza causan alteraciones en la actividad de más de 70 regiones cerebrales distintas, entre ellas las amígdalas, el hipocampo, la parte frontal del cerebro y otra parte llamada corteza congulada anterior.
Los autores creen que esta compleja secuencia tiene mucha lógica, pues las regiones cerebrales nombradas procesan distintas sensaciones desde la alegría, el orgullo, la recompensa, la atención, el placer y muchas otras manifestaciones emocionales, todo lo que contribuye a incrementar el sentimiento de felicidad.
Además, el uso de estas estructuras dependerá en gran parte de la acción que hagamos o la sensación que sintamos. No es lo mismo una felicidad causada por una canción, que, por ejemplo, la satisfacción que nos da el haber recibido un premio o la alegría de saber que tendremos un hijo.
Toda esta compleja participación cerebral también tiene mucho que ver en la producción de sustancias y hormonas que generan bienestar en nuestra vida.
Sin duda, las endorfinas son las más relacionadas con este estado. Existen cuantiosos estudios que demuestran su relación con la risa, la creatividad y el ejercicio. Incluso, comer chocolate dispara su producción.
Sin embargo, son sustancias de vida muy corta. Muchas de las sensaciones que producen no son de largo plazo, por lo que ser feliz va a demandar un trabajo constante.
Efecto químico Algunas hormonas que se producen en el cerebro bien podrían llamarse ‘drogas de la felicidad’. Oxitocina: se produce cuando existe un amor pasional y se relaciona con la vida sexual.Dopamina: se le llama la droga del amor y la ternura.Fenilananina: genera un sentimiento de entusiasmo y amor por la vida.Endorfinas: son las llamadas hormonas de la felicidad, pues transmiten energía y equilibran las emociones.Epinefrina: nos estimula a la realización de metas y otros desafíos.