Me diagnosticaron diabetes en 1990, cuando tenía 25 años. Eso no me ha impedido casarme, tener dos hijos sanos, llorar, reír y gritar. Yo no vivo para las diabetes, vivo con ella.
En mi caso, llevo una vida absolutamente normal. Como de todo, aunque algunos platos en menor cantidad. ¡Incluso tengo unos kilos de más que sé que debo bajar por la diabetes!
¿Qué he hecho? Tuve que dejar de fumar mis dos cajetillas de cigarrillos diarias, aunque lo hice hace tan solo un año. Fui muy difícil hacerlo. He tenido varias crisis de azúcar, pero han sido por descuidos míos al no desayunar o comer cuando debía. Como diabético dependiente de la insulina, siempre llevo a todos lados mi glucómetro, mi insulina, mi jeringa e inyector. Por ahí, guardo algunos caramelitos en el bolsillo para tomarlos si me siento mal. Al fin de cuentas, el diabético se convierte en su propio médico. Uno tiene que hacerse su monitoreo constante. Es algo que tienes que aprender.