Decenas de habitantes deambulan por las calles tras terremoto en Italia

El movimiento telúrico fue de magnitud 6 según el Instituto Nacional de Geofísica y dejó al menos 6 muertos y decenas de heridos.

Decenas de habitantes deambulaban el domingo por la ciudad de Ferrara, una de las más prósperas del nordeste de Italia, agobiados por el olor a gas y los destrozos provocados por el terremoto que sacudió de madrugada la región, causando al menos seis muertos.

“Me salí de la casa cuando sentí que empezaba a temblar”, contó Claudio Bignami, un pensionista de 68 años, que reside en San Carlo, cerca de Ferrara.

Mientras observa los escombros de una tienda y un restaurante, rememora el pánico que cundió: “La gente corría en todas las direcciones, era el caos”, dice.

El olor a gas se propagó por toda ciudad, de unos 130.000 habitantes, e impregnó el aire de ese fluido inconfundible, que señala numerosas fugas y hasta peligro de explosiones.

Alda Bregoli, una pensionista de 73 años, erra con el pijama y un saco como abrigo desde que huyó de su casa, adonde se niega a regresar.

“Tengo miedo, mucho miedo”, confiesa, mientras intenta protegerse de la llovizna que caía el domingo.

El sismo, de magnitud 6 según el Instituto Nacional de Geofísica, ocurrió a las 04H04 (02H04 GMT), a 5,1 km de profundidad y su epicentro fue localizado en Finale Emilia, a 36 km al norte de Bolonia.

Las réplicas que siguen sacudiendo la región, algunas bastante fuertes, sembraron el pánico en esa zona rica, llena de fábricas y terrenos agrícolas, pueblos medievales perfectamente mantenidos y ciudades eficientes.

El terremoto dañó muchos monumentos y las grietas eran visibles. Recorriendo las carreteras de la región se observan los daños provocados, pedazos de balcones y ventanas desprendidas y galpones y fábricas industriales destruidas.

En las antiguas casas de campesinos se teme que aún se encuentren personas atrapadas o golpeadas por objetos y en algunos lugares se siente aún el ruido de ladrillos y material que cae.

Los empresarios locales, conocidos por su dinamismo y su capacidad, emblema de la pequeña y mediana empresa del país, comenzaron a hacer el primer balance de los daños.

“¿Dónde están los socorristas? El techo de mi casa se desplomó. Necesito ayuda ¿Por qué me ignoran?”, gritaba desesperado un señor desde su casa, en medio del campo.

Una periodista de Sky, durante la directa en televisión, vivió el derrumbe de una parte de la fachada del edificio de la municipalidad del pueblo de San Agustín, debido a una de las réplicas más fuertes que se sucedieron durante toda la jornada.

La protección civil decidió dar prioridad a la población, organizando la primera noche fuera de casa para muchas personas, cerca de 3.000 evacuados, mientras los helicópteros sobrevolaban las zonas más afectadas, como el pueblo de Finale Emilia, donde parte del campanario corre el riesgo de derrumbarse y el castillo registró grave daños.

Las habitaciones privadas, sobre todo aquellas modernas, resistieron al movimiento telúrico, gracias al parecer al cumplimiento de las normas de construcción antisísmicas, mientras las edificaciones antiguas fueron las que más resultan perjudicadas.

En San Carlo, el oratorio de la iglesia del siglo XVI, que estaba siendo restaurado, quedó completamente destruido y pedazos de los ángeles se pueden ver esparcidos por el piso.

La tristeza del arquitecto encargado de las obras es visible: “Trabajábamos desde hace ocho años en la iglesia, ahora no queda nada…”, se lamenta.

“La gente había contribuido a salvarla, aportando dinero a través de internet”, recalca afligido.

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