Dicen que la curiosidad mató al gato… bueno, en este caso, lo hizo volar. Esta bañista en Saint Marteen fue expedida contra una pared cuando sus dedos no pudieron resistir la potencia del motor de un avión. Como puede ver, la isla turística tiene una peculiar cualidad: su aeropuerto está en una zona muy peligrosa.
La mayoría de los lugareños parecen conocer las reglas: cuando un avión se prepara a elevar vuelo, te metes en el agua o te aferran a la valla para tener una experiencia llena de adrenalina. Esta joven quiso hacer lo último, pero al parecer la ‘fuerza no la acompañó’ esa tarde.