Por Zendy Manzaneda Cipriani
Siempre me ha llamado la atención esa frase muy extendida entre las mujeres solteras limeñas: ‘no hay hombres en esta ciudad’. Esta frase tiene que ver directamente con el machismo que es tan común entre nuestros connacionales. Un tipo machista no es un chico interesante, no es alguien con quien una quiera pasar el rato. Por lo que, la frase podría entenderse de manera literal ya que los machistas no son hombres completos, pues aún no han terminado de madurar mentalmente. También podría entenderse en el sentido que hay pocos hombres a quienes admirar y tener en consideración para tener algo, no sé si importante o casual, pero algo.
No quiero generalizar, pero lo que más abunda en nuestra capital son varones machistas, tipos atemorizados con comportamientos incongruentes y que tratan de mostrarse fuertes y dominantes, pero son como niños con la careta de superhombres. Aceptémoslo, el machismo es una epidemia extendida en nuestro país y está instalada en todas las clases sociales.
Entonces, si hay pocos hombres interesantes para las mujeres normales, los hay aún menos para las mujeres alfa. Cuando digo alfa, me refiero a ese tipo de féminas dominantes, seguras de sí mismas y de lo que quieren, aquellas que lideran en su vida, en sus grupos sociales y siempre están luchando por sus objetivos.
Una mujer alfa lo que provoca en los tipos machistas es espanto, fastidio. Los más inteligentes se dejan llevar, aprenden, son flexibles. La mayoría se espantan, quieren tratarla a una, como loquita, obsesiva. No aceptan el liderazgo de la mujer, no lo comprenden y no quieren conocerlo tampoco.
He visto a muchos amigos interesados en mujeres preciosas, pero que simplemente se alejaron de ellas porque descubrieron que ganaban más que ellos o tenían puestos gerenciales. ¿Por qué incluso chicos sensibles caen en este error tan común? Lo único que se me ocurre es que el machismo suele minar la confianza de los hombres.
Asimismo, he visto a muchos hombres conservadores espantarse con la libertad en la que viven las mujeres alfa que les gustan, no pueden creer que tengan más amigos y amigas que él; que tengan una vida sexual plena y saludable; que no se limiten a los clásicos roles reservados para las mujeres y que ya están en desuso en el mundo moderno.
También he visto que muchas alfa han tenido que fingir cierta espiritualidad e ir a misa para convencer a los chicos que no son tan libres como ellos piensan. He visto a muchas amigas hacer sacrificios, solo porque están sensibles y quieren demostrarse que también pueden ser ‘normales’. Entonces me vuelvo a preguntar si ¿vale la pena ser una mujer alfa en un país como el nuestro?
Pues claro que sí, aunque a veces se sufra de soledad, siempre hay un roto para un descocido. Aunque hay pocos, siempre podrás conocer a tipos interesantes, que puedan estar complacidos con tu éxito, que les guste que seas una líder, segura de ti misma, libre, contestataria e independiente.
Claro que vale la pena ser alfa o beta, siempre vale la pena ser una misma, porque no hay mejor cosa que nos amen por quienes somos. En un país de machistas nuestro reto es no doblegarnos, es construir una hermosa vanguardia de hombres y mujeres plenos que puedan ser auténticos y siempre libres.
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Sobre la autora
Soy Zendy Manzaneda Cipriani , tengo un MBA de la UP y un Máster en Comunicación en Barcelona. Además, soy catedrática y gerente de marketing de una empresa trasnacional. Hace poco publiqué una novela titulada ‘las pecadoras también vamos al cielo’.