Una situación bastante cotidiana: sales con los amigos por una cena y llega la hora de pagar la cuenta. ¿Qué es lo más justo: pagar solo nuestro consumo o dividir el total entre todos los amigos? El problema con esta situación es que puedes acabar pagando demás si es que el promedio es mayor a tu consumo individual o pagar menos si es que tu consumo fue mayor al promedio. ¿Qué hacer?
La teoría de los juegos
La solución a este problema no depende tanto de una única respuesta, sino del comportamiento de los actores que están implicados en la situación; es decir, qué tanto consumirán los amigos que te acompañan en la cena. Para esto existe una aproximación matemática y es la teoría de juegos.
“La teoría de juegos plantea que debe haber una forma racional de jugar a cualquier «juego» (o de negociar en un conflicto), especialmente en el caso de haber muchas situaciones engañosas y segundas intenciones; así, por ejemplo, la anticipación mutua de las intenciones del contrario, que sucede en juegos como el ajedrez o el póquer, da lugar a cadenas de razonamiento teóricamente infinitas, las cuales pueden también trasladarse al ámbito de resolución de conflictos reales y complejos”. -Wikipedia
En la situación específica del restaurante, la teoría de juegos es aplicada para hallar un equilibrio de beneficios entre las decisiones de los actores. Ordenar un platillo caro y por ende de mejor calidad no sale a cuenta si es que debes pagarlo tú solo, pero cuando se añade al total para su posterior división, el precio del mismo platillo es más accesible.
Sin embargo, si todos los actores ordenan el platillo caro, la cuenta total de la *cena*aumentará tanto que todos salen perjudicados. No hay otra que prestar mucho ojo a lo que ordenan los demás y así tomar una decisión razonable según la circunstancia.
La solución
Lo mejor para resolver esta situación tan cotidiana es acudiendo a un matemático. Eduardo Sáenz de Cabezón, del canal de YouTube Derivando, te explica con suma sencillez cuál es la mejor opción.
Un experimento en 2004 ubicó a varios comensales en tres mesas distintas con diferentes reglas de juego, pero con el mismo menú de precios. En una mesa se ubicaron los comensales que iban a pagar únicamente su propio consumo. En la segunda mesa, los comensales debían repartirse el total en partes equitativas; y en la tercera mesa todos los comensales podían ordenar totalmente gratis.
Los resultados arrojaron que los comensales que pagaron su propio cuenta consumieron un promedio de US$37,3, considerablemente menor a los US$50,9 de quienes pagaron todo en conjunto. Finalmente, los comensales invitados consumieron en promedio US$82,3.
Estas cifras dan cuenta que el consumo es moderado cuando los comensales son responsables de su propia cuenta, haciendo de esta opción la más recomendable económicamente hablando. No obstante, si tú como comensal ya tenías presupuestado un gasto mayor al promedio, puedes optar por dividir la cuenta y así ahorrar algo de dinero a costa de quienes consumieron menos.
Pero si quieres irte a lo seguro, paga tu propia cuenta… Aunque eso signifique sacar la calculadora y tardar unos minutos para especificar con recibo en mano qué gastó cada quien.
Por André Suárez del blog No hablemos de cosas tristes
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