Cuando los felinos domésticos se enferman, harán todo lo posible por actuar de forma natural para que nadie a su alrededor se entere de que se encuentra debilitado. Este instinto se debe a que los gatos salvajes, además de tener que cazar a diario para vivir, deben mantener ‘su imagen’ dentro de la manada para no correr el riesgo de ser ‘eliminado’ por sus mismos compañeros. Aunque suene cruel, consiste en la supervivencia de los más aptos.
Por ello, su gato evitará demostrarle que no se siente bien y, aunque en el mundo salvaje es lo ideal para ellos, en el doméstico se corre el riesgo de no determinar una enfermedad a tiempo y, por ende, no erradicar amenazas que, ante la dificultad de detectarlas rápidamente, podrían tornarse muy graves para él, incluso hasta mortales.
Afortunadamente, un gato casero sin una condición a cuestas puede gozar de una muy buena salud salvo eventos esporádicos a lo largo de su vida, a comparación de que tienen contacto en el exterior o con otros gatos. No por nada es que se le recomienda a los dueños que no permitan salir a sus mascotas deliberadamente, más si se considera que un gato casero sin acceso al exterior puede vivir desde 12 a 20 años, mientras que uno que frecuenta los exteriores, su expectativa de vida se reduce a los cinco.
Ahora bien, lo que menos quiere un amo es que algún malestar esté aquejándo a su gato. Por ello, debe observarlo con atención ante cualquier variante en sus rutinas; y para que no lo tome desprevenido ninguna vicisitud con su peludo, aquí le señalaremos algunos síntomas que puede presentar su minino si no se siente bien de salud:
Duerme más de lo normal
Sí, aunque esta característica es muy difícil de detectar, más al considerar que un gato adulto puede dormir hasta el 75% del día. Es decir, desde 12 a 16 horas. Uno enfermo puede dormir más de ese promedio porque presenta un cansancio excesivo. Si nota que su gato, además de dormir más de la cuenta, deja de hacer otras cosas rutinarias para él, como comer o jugar, algo malo podría estar pasándole.
Otro indicativo es que en vez de dormir en donde habitualmente lo hace, este prefiera elegir sitios recónditos donde no puedan verlo, como debajo de algunos muebles o camas.
Vigile que no haya otras señales de enfermedad, como vómitos o pérdida de apetito. Si este cansancio persiste más de 24 horas, acuda a su veterinario para descartar alguna anomalía.
No come o está haciéndolo de más
Los felinos, a diferencia de otros animales domésticos, son muy específicos y cuidadosos sobre qué deciden comer. Por eso es habitual que algunos rechacen tipos de alimentos y prefieran pasar hambre antes que sucumbir a eso que no les agradó. Pero si no ha habido ningún cambio en su alimentación y nota que está falto de apetito, obsérvelo bien.
Que un gato deje de comer puede tener varios significados. Entre las razones podría estar que en realidad no siente hambre porque a lo mejor cazó algo y se lo comió sin que se diera cuenta; que hay algo no común en su rutina de alimentación (como la presencia de numerosas personas en el hogar o recientes cambios en las estructuras donde viven); que recientemente fue vacunado y le causó letargo la inyección; hasta estrés, náuseas o una enfermedad grave como problemas en los riñones.
Sea cuál sea la razón, que deje de comer puede ser peligroso y empeorar su situación. En general, cuando los animales no se alimentan lo suficiente, obtienen la energía de las reservas de grasa que tengan y para ello, debe ser procesada por el hígado. Por eso, necesitan tener abundantes suministros de proteína. En el caso de los gatos, éstas se agotan rápidamente y el hígado puede colapsar a causa de la grasa, originando una condición llamada lipidosis hepática.
De igual forma, si nota que su gato está comiendo mucho más de lo que comúnmente hace, debe preocuparse ya que algo anormal está pasándole. Entre los padecimientos que provocan que el apetito de su mascota se desborde, están las lombrices intestinales, que arrebatan toda la nutrición de los alimentos antes de que los órganos puedan conseguirla y no necesariamente el gato luce ‘bajo de peso’, ya que los parásitos provocan que el cuerpo del animal se hinche y da la sensación visual de que incluso el gato está pasado de kilos.
El hipertiroidismo y la diabetes también aumentan el apetito de los gatos. El primero, porque hace que el metabolismo del animal queme muchísimas calorías y, el segundo, porque el cuerpo es incapaz de convertir el azúcar en energía. Sin embargo, a diferencia de los parásitos, estas causas harían que el gato baje constantemente de peso aunque no deje de comer.
Otras causantes menos graves -pero sin dejar de ser preocupantes- son que el gato esté pasando por un estado de aburrimiento (no tiene distracciones a su alcance), que esté deprimido por alguna razón no necesariamente vinculada a una enfermedad o que el alimento no satisface sus necesidades nutricionales, algo habitual cuando se le suministran concentrados baratos de mala calidad.
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Cambia los hábitos en su caja de arena
Los gatos no dejan de usar su caja de arena de buenas a primera. Siempre existirá una razón que motive su repentino rechazo. Si su mascota dejó de usarlo como su baño, antes de caer en alarma y correr al veterinario, revise qué factores externos a él pudieron haber influido.
Lo primero sería descartar que la arena se encuentre muy sucia. Si la arena está limpia, lo siguiente es revisar qué ha cambiado a su alrededor. Recuerde que los gatos son supremamente rutinarios y puede afectarles cualquier cambio en su contexto, desde el cambio de muebles, llegada de gente o mascotas nuevas a la casa y hasta si reemplazó su arena habitual con otra marca.
Si ninguna de estas razones es la causante de ese comportamiento, ya es momento de preocuparse. Que un gato no use la caja de arena como normalmente lo haría, es una señal de que se debe ir al veterinario con urgencia ya que significa que podría estar enfermo y -posiblemente- de algo muy peligroso para él.
Si observa que su felino hace mucho esfuerzo para orinar, e incluso puede quejarse mientras lo intenta, podría estar sufriendo de una infección en el tracto urinario. Los machos son bastante propensos a sufrir obstrucción uretral, una enfermedad que impide el paso de la orina por la uretra y es altamente mortal si no se trata a tiempo. Entre sus síntomas están los constantes y dolorosos intentos de usar la caja de arena, orinar fuera de ella, presencia de sangre en la orina, agrandamiento del abdomen y que el gato lame desesperadamente sus genitales.
Pero, si en cambio está orinando más de lo normal, llegando al punto de que orine también fuera de su caja de arena, podría deberse a condiciones del riñón, el hígado o la tiroides. Del mismo modo, si está sufriendo de diarrea o estreñimiento podría, en su desesperación, hacerlo fuera de ella ya que no alcanza a llegar a donde está. También, si su caja es de paredes altas y es algo dificultoso entrar para él, podría considerarse que lo que le afecta es artritis.
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No cuida su apariencia
La limpieza para los gatos es primordial. De hecho, seguido de dormir, es la actividad a la que le dedican más tiempo, pudiendo abarcar hasta la mitad del periodo que pasan despiertos acicalándose. Gracias a esto, además de eliminar cualquier suciedad, se evitan alergias o infecciones porque así distribuyen los aceites naturales que emana su piel a lo largo de su cuerpo, lo que les mantiene un pelaje saludable, brillante y libre de parásitos.
Entonces, si su mascota ha decidido dejar de acicalarse y su pelaje se empieza a ver opaco, enmarañado y hasta enredado, ¡algo está aquejándole! El estrés, por ejemplo, es un causante de que los gatos cambien sus hábitos de limpieza, que también puede provocar que pierda gran cantidad de pelo en ciertas zonas de su cuerpo, pero este, en muchas ocasiones, puede estar originado por una enfermedad aparte. Por ello, tan pronto vea esta conducta, lo más recomendable es acudir de inmediato a su veterinario.
Otras causas podrían ser la edad y el peso. Un gato que esté empezando a sufrir de artritis seguramente cambiará sus rutinas de acicalado, principalmente porque podría ser doloroso para él. También, mientras más pesado se vuelva el animal, más difícil para él será limpiarse porque no podrá alcanzar distintas zonas de su cuerpo que antes -en un peso más ideal- podía.
Incluso, las enfermedades dentales también influyen en el acicalado de los gatos, debido a que su lengua y hasta los dientes son sus principales herramientas al momento de limpiarse.
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Presencia de síntomas
Además de las señales ya mencionadas, existen síntomas que merecen atención por las enfermedades que podrían significar. Pero, por fortuna para los dueños, estos son más fáciles de percibir en el día a día.
Por ejemplo, si su gato de forma repentina presenta cambios de conducta, estos podrían haber sido originados por traumatismos o problemas infecciosos que están afectándole. De igual forma, si en un lapso de tiempo corto ha perdido muchísimo peso, algo está provocándole que no absorba los nutrientes adecuados a través de su dieta.
Las diarreas y los vómitos esporádicos no necesariamente se encuentran ligados a enfermedades graves. Así como a los humanos nos pasa, su gato pudo haberse comido algo que le cayera mal, pero tan pronto logre expulsarlo de su cuerpo, su estado de salud vuelve a la regularidad. Es más, los vómitos suelen ser ocasionales en los felinos, ya que así se protegen de intoxicaciones y también expulsan las bolas de pelo. El problema sería si estos trastornos se vuelven continuos, puesto que podrían deberse a infecciones, parásitos, procesos intestinales inflamatorios y hasta tumoraciones.
La tos, por su parte, podría estar relacionada a alergias y parásitos, aunque también por infecciones en la faringe, bronconeumonía, asma o enfermedades cardíacas. Mientras que los estornudos y las secreciones nasales persistentes usualmente son provocados por ciertas virosis. Hasta un fuerte mal aliento y excesivo babeo son indicadores de enfermedades, ya que podrían haber sido causados por bacterias en la boca o infecciones en las vías respiratorias, respectivamente.
También es importante revisar el estado de sus ojos y orejas regularmente, porque los gatos -en especial los de pelo largo- son propensos a sufrir infecciones oculares, conjuntivitis o cataratas, así como de otitis u otras infecciones causadas por parásitos.
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Por supuesto, si su gato está rascándose mucho más de lo habitual, revise su pelaje y descarte la posibilidad de que parásitos externos, como las pulgas, hayan infestado a su peludo. Por lo rápidas que son, es posible que no las veas con facilidad. Sin embargo, examine con detenimiento las zonas cercanas a la cola, las orejas y el lomo, porque podría conseguir excremento de pulgas, que se ven como pequeños puntos negros de sucio en su piel.
Finalmente, si nota que el equilibrio de su mascota parece no estar en óptimas condiciones, acuda inmediatamente al médico veterinario porque puede ser consecuencia de infecciones graves. También, si presenta agarrotamientos o parálisis, no dude en llevarlo de una a la clínica. Estos síntomas son indicadores de graves lesiones en el cerebro o las cervicales y hasta un posible envenenamiento.
Fuente Publimetro Colombia / Ciudad de mascotas
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