Desde siempre, se ha considerado un acto encantador por parte de un hombre, el hecho de ceder su abrigo, cargar los paquetes, abrir la puerta o dar la mano a una dama para asegurarse de que al bajar un escalón no se resbale. Todos estos actos, corresponden a la caballerosidad.
Si uno busca caballerosidad en el diccionario de la Real Academia Española, esta es la definición: “Dicho de un hombre: Que se comporta como un caballero (con distinción, nobleza y generosidad)”. Sin embargo, este comportamiento ha sufrido un cambio de connotación. En una sociedad, donde las mujeres aún luchan por la igualdad, hay quienes rechazan esta conducta y la tildan de machista.
La RAE define al machismo como ‘una actitud de prepotencia de los varones respecto de las mujeres’. Concepto que también comparte la escritora y ex reina de belleza Frieda Holler. ‘El machismo es una actitud de prepotencia, de comportamientos agresivos, que atenta contra la mujer. Así de radical’, indica.
‘Si buscamos algunos sinónimos para caballerosidad, diríamos -en todo caso- que son generosidad, lealtad, galantería, buenos modales. Un hombre que está seguro de sí mismo sabe que [ser caballero] es un plus (…) La prepotencia es diferente, eso es machismo’, le dice Holler a Publimetro.
En contraste, Elizabeth Herrera, integrante del equipo del programa Democracia del movimiento Manuela Ramos, considera que estas acciones [caballerosas] no refuerzan la educación de igualdad de género. ‘La propia sociedad asigna roles [a mujeres y varones] en base a su género. A los niños les enseñan a abrir la puerta, a sacar a bailar, a pagar la cuenta, a jugar con los carros. A las chicas a la casa, a jugar con muñecas, etc. Entonces eso se va configurando y se torna en la subordinación de la mujer. De verla como débil, que necesita protección y no como sujeto de derecho’.
Frente a esto, Carlos Viaña, sociólogo y docente en la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas le explica a Publimetro que ‘la caballerosidad se puede ligar con el machismo y confundir porque es el hombre quien ejerce el acto frente a otras personas, pero también [un varón] puede ser caballero con otro hombre’.
‘[La caballerosidad] es una cuestión de cortesía. Si bien es cierto, hace referencia al varón [porque es él el caballero] no tiene que ver con su masculinidad frente a una feminidad inferior. Lo que habría que enseñar es que se esclarezca el término y en vez de hablar de caballerosidad, simplemente que sea de cortesía (…) porque corresponde a cualquier persona frente a cualquier otra que necesita de su atención’, manifiesta Viaña.
Sin embargo, la autora de Ese dedo meñique mantiene su postura y afirma que la sociedad peruana necesita de más caballeros. Para ella, la diferencia de la mencionada conducta con el machismo, es abismal. Caballero versus patán, es como lo define. ‘Qué cosa quiero ser: un caballero y portarme decentemente, correctamente, con buenos modales o quiero ser un patán, hago lo quiero, mi comportamiento es ofensivo, pongo en sumisión a la mujer’, indica Holler.
Herrera afirma que “la caballerosidad implícitamente esconde dotes de machismo. Retransmite y reproduce, en muchos casos, los roles de género en la construcción social tanto para hombres como para mujeres’.
‘Socialmente, se ve a la mujer como una persona a la que se le deba tener cierta consideración especial. Por qué no, simplemente, en vez de pensar que lo hacemos porque [la mujer] es menos; lo hacemos, por ejemplo, por el hecho de que nuestras madres son mujeres, nuestras hermanas son mujeres y nos gustaría que tengan ciertas consideraciones con ellas. También tenemos una visión [de la mujer] positiva. Por un lado, sabiendo que ellas son capaces de hacer cosas que nosotros no. Por tanto, merecerían de nosotros cierto tipo de cortesía específica pero no por debilidad, sino por fuerza’, concluye Viaña.
Por Vanessa Cruzado
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