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Violencia contra la mujer: Los amores violentos no cambian

uvi7b3yszne63jcnj6x4xxhgvq.jpg publimetro.pe (Getty Images stock)

El psicólogo de la Universidad Complutense de Madrid allá de la opinión que tengamos frente al tema, debemos entender que los amores violentos no cambian, Enrique Echeburúa, ha escrito numerosos libros al respecto. ¿La idea? Que identifique claramente si estás con un hombre violento y… te alejes a tiempo.

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Falta de control sobre la ira

Los maltratadores se caracterizan por la impulsividad, la pérdida de control sobre la ira y, frecuentemente, por una tendencia agresiva generalizada. Se puede hablar de una ira desbordada cuando se dirige de forma desmedida a otros seres humanos, cuando produce consecuencias muy negativas para el bienestar de los demás y de uno mismo e incluso cuando aparece ante estímulos irrelevantes. La ira viene acompañada de ciertos gestos físicos, como fruncir el ceño, apretar los dientes, sentirse acalorado (hervir la sangre), cerrar los puños o hincharse la yugular.

Dificultades en la expresión de las emociones

Muchos hombres han aprendido a no han aprendido a expresar sus sentimientos porque son ‘fuente de debilidad’ y a no interpretar adecuadamente los sentimientos ni entender los de su de su pareja. Los hombres violentos, sobre todo cuando cuentan con una baja autoestima, tienden a percibir las situaciones como amenazantes.

El aislamiento social y, sobre todo, emocional es un factor que aparece con frecuencia en muchos hombres violentos. Al margen del mayor o menor número de relaciones sociales (habitualmente menor), lo más característico es la dificultad para establecer relaciones de intimidad o de amistad profunda, lo cual es un reflejo del analfabetismo emocional que les caracteriza.

Visión de la mujer y la relación de pareja distorsionada

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Los maltratadores generalmente actúan con creencias equivocadas sobre los roles sexuales y la inferioridad de la mujer y, por otra, con ideas distorsionadas sobre la legitimación de la violencia como forma de resolver los conflictos. Es decir, lo importante es la concepción de la mujer como propiedad, como una persona que debe ser sumisa y a la que se debe controlar y la creencia en la violencia como una estrategia adecuada de solucionar problemas. Todo ello viene aderezado con una desconfianza y una actitud de hostilidad ante las mujeres. Además, tienden a emplear diferentes estrategias de afrontamiento para eludir la responsabilidad de sus conductas violentas, como la negación u olvido del problema (‘ni me acuerdo de lo que hice’) o bien su minimización o justificación (‘los dos nos hemos faltado al respeto’). Asimismo, y por este mismo motivo, tienden a atribuir la responsabilidad del maltrato a la mujer (fue ella la que me provocó; es ella la que tiene que cambiar), a factores personales (soy muy nervioso y ahora estoy pasando una mala racha). ¿Te suena algo de esto?

Pocas habilidades para comunicarse

Desde la perspectiva de las relaciones interpersonales, los maltratadores tienden a presentar unas habilidades de comunicación muy pobres y una baja tolerancia a la frustración, así como estrategias inadecuadas para solucionar los problemas. Todo ello contribuye a que en muchas ocasiones los conflictos y los sinsabores cotidianos de estas personas, que no tienen por qué ser mayores de lo habitual, generen un estrés permanente y actúen como desencadenantes de los episodios violentos contra la pareja.

Baja autoestima

La violencia puede ser una forma desesperada de intentar conseguir una estima que no se logra por otros medios. Se trata de personas inseguras, desvalidas, que están obsesionadas con controlar a su pareja y que, aun no siempre deseándolo, se convierten en agresivas y en mezquinas. Así, y al margen de los pretextos para la violencia contra la mujer (tener la casa sucia, no haber acostado aún a los niños, no tener la comida lista, no estar en casa cuando él ha llegado, etcétera), los maltratadores, al carecer de una autoestima adecuada, se muestran muy sensibles a lo que perciben como una afrenta a su dignidad: haberles llevado la contraria, haberles quitado autoridad delante de los hijos o de otras personas, mostrar una forma de pensar incorrecta, etcétera. Es decir la violencia doméstica es una violencia por compensación: el agresor intenta superar sus frustraciones con quien tiene más a mano y no le va a responder .

Vía Publimetro Chile

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Gracias a todos los que colaboraron con la Reciclatón.

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