Por Ana Sofía Bedoya
Los niños pueden verse afectados por diversos trastornos durante su desarrollo y algunos son característicos de esta etapa. La dislalia es uno de ellos y se presentan en la gran mayoría de niños. Consiste en sustituir, distorsionar u omitir sonidos cuando se habla, ya sea al inicio, al medio o al final de las palabras.
Es importante considerar que los niños, como parte de su desarrollo, suelen presentar problemas articulatorios mientras adquieren los ajustes motores necesarios, en este caso se habla de dislalia del desarrollo. Sin embargo, si este trastorno persiste en el niño después de los cuatro años, debe ser una señal de alerta para los padres, pues podrían estar frente a una dislalia funcional y sería necesario iniciar una intervención. Esta dificultad para articular y pronunciar bien los fonemas puede generar que no todas las personas comprendan lo que el niño intenta decir y tornar su habla en un balbuceo ininteligible.
La dislalia no tiene una causa biológica, nos comenta Mariela Tsuda, especialista en Habla del CPAL, sino que podría deberse a:
•Dificultades en la habilidad motora de los órganos fonoarticulatorios como labios y lengua (debido probablemente a un tono disminuido de la musculatura de la lengua).
•Dificultades en la discriminación auditiva de los sonidos del habla.
•Factores psicológicos (ansiedad, estrés, entre otros).
•Factores ambientales (nivel cultural, bilingüismo, sobreprotección, etc.).
Para determinar si un niño tiene dislalia es importante realizar una evaluación especializada. ‘En el CPAL, para determinar la presencia de estas dificultades articulatorias, realizamos una evaluación especializada en Habla y Motricidad Orofacial. A través de ellas, se podrá determinar cuáles son los sonidos que vienen afectando el habla de los niños’ comenta la especialista.
Además, Mariela brindó los siguientes consejos para los padres:
•Estar atentos a la articulación de los sonidos del habla.
•Hablar de manera correcta a los niños, es necesario ser modelos adecuados.
•Evitar emplear de manera prolongada el biberón o chupón, ya que podría traer perjuicios en la estructura del paladar y los dientes.
•Proporcionar alimentos fibrosos, ya que éstos le demandarán esfuerzo al masticar y favorecerá a un mejor tono muscular de la lengua.