JACKELYN FRIEDMANLICENCIADA EN NUTRICIÓN Y DIETÉTICA.
A diferencia de lo que muchos creen, los términos ‘hambre’ y ‘apetito’ no son sinónimos. Conocer el significado de cada uno de ellos puede ayudarle a uno a tener un autocontrol mucho mejor al momento de sentarse a comer.
El hambre es la necesidad de comer. Aparece cuando el cuerpo realmente necesita alimentos, y se caracteriza por ser gradual e ir aumentando. El cuerpo nos avisa cuando esto ocurre, con señales tales como sonidos en el estómago o sensación de fatiga. El hambre es difícilmente controlable, pues es instintivo. En ciertos casos, si uno ignora las señales del hambre, la glucosa (azúcar en la sangre) puede descender tanto, que incluso llega a producir debilidad y mareos. El hambre es aquella sensación que puede satisfacerse con cualquier tipo de alimento; una vez que uno está lleno, deja de comer. Además, no genera posteriores sentimientos de culpa por lo que se ha ingerido.
Por el contrario, el apetito es solamente el deseo de comer. Dicha sensación es generada por el cerebro a través de diversos estímulos. Por ejemplo, si uno ve una deliciosa porción de torta de chocolate, lo más probable es que empiece a salivar y que tenga ganas de comerla en ese mismo instante. O si uno se imagina un abundante plato de cebiche en una tarde de verano, probablemente la sensación de apetito aparezca a los pocos segundos.
En otras palabras, el apetito es aquel que aparece repentinamente y con sensación de ‘urgencia’, y solo se puede satisfacer con antojos específicos (pizza, papitas fritas, helados, tortas, etc.). Tras caer en sus garras uno come sin control y luego se siente culpable.
A diferencia del hambre, el apetito puede ser controlado e ignorado. Como hemos visto, el apetito es influenciado por nuestros pensamientos, por lo que podemos manejarlo y evitar que nos conduzca a comer descontroladamente cuando aparece.
Un punto importante para lograrlo es saber identificar la sensación de saciedad. El cuerpo nos envía señales cuando tenemos hambre, pero también cuando ya hemos comido lo suficiente. No es necesario llegar al punto de tener que desabrocharse la camisa porque ya no se puede comer más. Si uno mastica los alimentos lentamente y de forma pausada, la sensación de saciedad podrá ser identificada, con lo cual se evitará comer de más.
Otro consejo: comer alimentos que llenen. Por ejemplo, alimentos ricos en fibra, la cual tiene numerosos beneficios muy importantes para nuestra salud. Algunos ejemplos son los cereales integrales, las frutas y verduras con cáscara y los frutos secos.
Cuando uno está lleno, puede darse cuenta si las ganas de comer un alimento específico se deben a un hambre real, o si aparecen como producto de algún desencadenante psicológico.
Recuerda que tener el apetito bajo control es una herramienta muy eficaz para bajar de peso. Hay que tener en cuenta que controlar el apetito no es lo mismo que tener un apetito disminuido. Esto último puede ocurrir como consecuencia de enfermedades o como efecto secundario de algunos medicamentos. En estos casos, lo mejor es consultar con un médico.