Virginia Pérez-Buendía falleció a los 86 años en su departamento de Madrid en septiembre de 2014. Los vecinos de su pueblo natal Valverde de Júcar la recuerdan como una mujer huraña, por lo que nunca imaginaron el tremendo detalle que tuvo en su testamento.
Como Virginia no tuvo hijos ni ningún otro familiar cercano, hubo bastantes expectativas entre los vecinos por saber quién heredaría su millonaria fortuna, que consistía en una finca de más de cien hectáreas, el dinero ingresado en el banco, acciones en Bolsa, la fábrica de harinas y varios terrenos.
El testamento, que había dejado escrito el 20 de julio de 1983, dispuso que con su fortuna se creara una fundación con su nombre para becar a los jóvenes sin recursos del pueblo para puedan estudiar.
“Nadie esperaba que fuera a dejar nada. Era un poco huraña. Llevaba una vida un poco de ermitaña. Contradicciones de la vida”, comentó un vecino a la agencia EFE.
En agradecimiento, el alcalde de la localidad, Pedro Esteso, señaló que se pondrá su nombre al parque queda al lado de su casa en la que ella residió.