Por Milagros Paredes SánchezPsicóloga especialista en dificultades de aprendizaje de CPAL
‘Me costó mucho aprender a leer. No me parecía lógico que la letra m se llamara eme, y sin embargo con la vocal siguiente no se dijera emea, sino ma’. ‘Las primeras cosas que escribí fueron continuaciones de las historias que leía pues me apenaba que se terminaran o quería enmendarles el final’. Estas son frases de dos renombrados escritores que reviven su experiencia de estas dos importantes capacidades del aprendizaje.
Aprender a leer y escribir son procesos que se inician desde una edad temprana porque involucran el logro de una serie de habilidades previas como el lenguaje oral, la memoria verbal, la memoria visual, conocer el nombre de los objetos, reconocer diferentes tipos de textos ‘cuentos, recetas, etc’. Todas estas habilidades adquiridas de manera lúdica en el hogar y algunas de ellas a través de la enseñanza formal. Sin embargo, cuando un niño no logra desarrollar alguna de ellas comienza a evidenciar las primeras dificultades.
En la lectura se aprecia lo siguiente:
*Dificultades en el lenguaje oral. No se expresan con claridad, no elaboran oraciones o estas son muy simples. *En la conciencia fonológica. Se presentan dificultades al aprender rimas (piña – niña), canciones, trabalenguas. Asimismo al identificar las palabras que se oyen en una oración; para dividir y contar el número de sílabas que contiene una palabra. *No logran aprender el abecedario. Confunden las letras al no relacionar el sonido con el nombre de la letra. *Demoran y en muchas ocasiones no logran representar en su mente la imagen de la palabra. Lo que se conoce como el fenómeno de ‘lo tengo en la punta de la lengua’, es decir son capaces de decir a qué se refieren y conocer el significado de la palabra pero demoran u olvidan el nombre de las cosas y acciones. *Se les hace difícil narrar un suceso cotidiano o un cuento; sus ideas carecen de orden, se olvidan lo que iban a decir y no culminan la historia.
En la escritura:
*Presentan dificultades en la lateralidad manual y al coger el lápiz o el crayón. *Dificultad para delinear figuras o líneas, no siguen un sentido de arriba – abajo o izquierda a derecha. *Dificultad al integrar piezas o armar rompecabezas. *Dificultad en la copia de figuras geométricas. *Dificultades en la noción espacial. Invierten los números y letras.
Por ello los padres y docentes deben estar alertos al desempeño de sus niños desde que ingresan a la guardería y/o nido. Está comprobado que se obtienen mejores logros cuando estas dificultades se abordan tempranamente; es decir antes del primer grado donde se inicia el aprendizaje formal de la lecto-escritura.