Hace 13 años el doctor Stuart Meloy publicó en la revista New Scientist este peculiar invento sin tener mucho eco. Sin embargo, su reciente publicación en la web Reddit despertó el interés de los medios internacional por este polémico implante.
Medico y cofundador de Advanced Interventional Pain Management, una clínica que atiende a pacientes con dolores crónicos, fue allí donde Meloy comenzó a trabajar con implantes electrónicos que conectados a los nervios de la columna vertebral envían leves pulsos para aliviar el dolor crónico.
Sin embargo, en uno de los pacientes esas pulsaciones no solo evitaron su dolor, sino que le propiciaron intensas sensaciones de placer. Fue ahí que Meloy se dio cuenta que tenía en sus manos una poderosa tecnología.
Pero generar estos impulsos cuestan unos 25 mil dólares, un hecho que frenó la comercialización del producto. Además, al ser una ciencia experimental no hay seguros que cubran este tipo de operaciones.
Si bien Meloy colocó cientos de dispositivos en pacientes para tratamientos de dolor (los cuales se han visto beneficiados por los efectos secundarios), implantarlos con el único propósito de tratar disfunciones sexuales violaría las normas.
A pesar de los titulares, el dispositivo aún no ha demostrado ser un tratamiento efectivo para la disfunción sexual y cualquiera que piense en fingir dolores para recibir uno se arriesga a llevarse una decepción.
Para que la Agencia de Control de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) apruebe el dispositivo, Meloy debe realizar una prueba clínica. Y dicha prueba cuesta unos 6 millones de dólares. “Dinero del cual no dispongo ahora mismo”, suspira a la BBC.
Esta no es la primera vez que un médico idea aparatos para producir placer en humanos. El médico estadounidense Robert Gabriel Heath del departamento de psiquiatría y neurología de la Universidad Tulane en Nueva Orleans, logró por medio de la electroterapia insertar delgados electrodos de metal, de manera que se pudieran administrar impulsos eléctricos directamente al cerebro.
Heath descubrió que si activaba el área septal, podía inducir una oleada de placer que suprimía el comportamiento violento de algunos de sus pacientes. Luego, al darles su propio interruptor del placer, los pacientes eran capaces de tratar sus cambios de ánimo.