La semana pasada, una agencia de modelos en Estocolmo, Suecia, fue denunciada por intentar reclutar a nuevos talentos en las afueras del Centro de Trastornos Alimenticios de la capital sueca.
El caso desató una enorme polémica en el mundo, pues los reclutadores no tenían ningún límite, al extremo de contactar a jóvenes que salían del centro en sillas de ruedas.
Angelica Karlsson, una ex paciente de anorexia, le dio su testimonio a Publimetro sobre esta nefasta práctica.
Ella estaba esperando un taxi a las afueras de la clínica en Estocolmo cuando un trabajador de una de las más importantes agencias de modelaje del país se le acercó y le dio una tarjeta de presentación. ‘¿Quieres ser top model?’, le preguntó.
Trece años han pasado desde que su grave problema con la anorexia puso en peligro su vida. ‘Estaba muy desnutrida. No iba a la escuela. Me dijeron que mi estado empeoraría si no bebía los complejos nutricionales que me daban’, le dice Karlsson a Publimetro.
Pero aun así, nos cuenta, ella seguía analizando la invitación de la agencia de modelos como una confirmación de que ‘estaba en el camino correcto’.
‘Me sentí halagada y pensé que estaba finalmente comenzando a alcanzar el ideal por el que estaba luchando. Eso no hizo más que destruir mi tratamiento. Uno no es consciente de que está enfermo si alguien te dice que te ves bien y que incluso puedes llegar a convertirte en modelo para otras chicas. Entonces prefieres no escuchar a los médicos que te dicen lo contrario’, cuenta la joven.
Sin embargo, esa no fue la primera vez que Angelica fue contactada por la agencia de modelos durante su enfermedad. En una oportunidad, la muchacha fue abordada en la estación del metro aledaña a la clínica. Y, según cuenta, ella no fue la única a la que intentaron reclutar. ‘Si indagan, no les será difícil encontrar a muchachas que han pasado lo mismo que yo’, cuenta Angelica.
Después del incidente con la perversa agencia de modelos, los padres de Angelica decidieron enviarla a una clínica a las afueras de la ciudad en el condado de Dalarna, unos 30 km al norte de Estocolmo. ‘Ese fue el punto de quiebre para mí, mi salud y mi familia’, dice Angelica.
Hoy, la joven está totalmente recuperada, sin embargo, sus vivencias le hacen casi imposible presenciar un desfile de modas. ‘Me hace sentir muy mal. No es que quiera parecerme a ellas. Por el contrario, pienso que están enfermas’, comenta.