Del e-Learning al teletrabajo | Análisis

Por Josep C. Bosch – Director del Máster en Dirección de Recursos Humanos y Gestión del Talento de OBS Business School

Esta crisis del coronavirus (COVID-19) nos ha cogido a todos desprevenidos. Estamos trabajando desde casa conectados a nuestros puestos de trabajo a través de las aplicaciones que utilizábamos allí. Estamos solos en casa. Tenemos que gestionar nuestro uso del tiempo y solucionar las incidencias. Estoy observando que todos aquellos que han seguido una formación online están afrontando esta crisis mejor. En los cursos que han realizado a lo largo de su vida, adquirieron unas habilidades blandas en el manejo de situaciones grupales muy valiosas. Al mismo tiempo, adquirieron una disciplina personal en el uso del tiempo. Aprendieron que es necesario compartir con sus colegas los avances del trabajo a través de aplicaciones de comunicación. Todos ellos se están dando cuenta de que las reuniones largas que tenían en la oficina eran producto de una necesidad social. Las reuniones presenciales no eran verdaderas herramientas de trabajo orientadas a realizar las tareas. Todo esto lo habían oído en los cursos de formación a los que asistieron, pero no habían experimentado una alternativa. Son los resultados que generan los cursos presenciales, pero sin experiencias. La metodología de trabajo online ha mejorado todas estas competencias. Tomar cursos online no es ver un conjunto de vídeos colgados en Internet, tampoco es hacer cuestionarios de autoaprendizaje (como en las autoescuelas).

Una de las claves del éxito en el teletrabajo es contar con personas que sean nativas en este medio. El haber sido socializado en entornos virtuales de teletrabajo como nuestra escuela de negocios es un buen ejemplo de caso de éxito. Para entender el proceso de socialización en los entornos de teletrabajo a continuación expongo cómo transcurre la jornada de un alumno y un profesor.

Por un lado, un alumno cuando se conecta a nuestra escuela de negocios se sienta frente a un ordenador y lo enciende. También puede utilizar una tablet o incluso un teléfono móvil. Accede a través de un navegador o de una aplicación a un espacio donde se acredita con su usuario y contraseña. Una vez dentro, elige la asignatura sobre la que trabajará las horas siguientes. El alumno entra en el aula de la asignatura, no sin antes haber echado un vistazo a las videoconferencias anunciadas en la escuela. Sin duda, también habrá consultado su cuenta de correo electrónico, las redes sociales de la escuela y el WhatsApp de su equipo de trabajo. Todas estas herramientas de comunicación, estos jóvenes las empezaron a utilizar ya de niños. Todas estas operaciones previas se realizan para centrarse en la tarea principal, que no es otra que aprender algo a través de la lectura y la reflexión (oral o escrita). Una parte importante del aprendizaje es social en la medida en que se basa en la reflexión personal producto de la interacción con compañeros. Lo curioso es que esta reflexión es muy provechosa en modo offline, dejando opiniones o información en foros compartidos. También surge de realizar tareas online en modo colaborativo creando un documento o una base de datos. La asistencia a reuniones en salas de videoconferencia son aspectos menos centrales de su tarea principal, aunque no menos importantes, ya que sin esta interacción en directo el aprendizaje no madura y genera una sensación de soledad que puede producir abandono.

Por otro lado, el docente cada día abre el correo electrónico para ver si ha recibido consultas de sus alumnos. A continuación, entra en el campus virtual con su usuario y contraseña. Elige el curso en el que está impartiendo docencia. La primera operación de rutina consiste en leer el foro que puso para compartir los temas de la semana. Contesta a los alumnos que han dejado mensajes offline. Aunque más que respuestas lo que escribe son preguntas o elementos de reflexión para que todos sus alumnos saquen provecho a una aportación que parecía individual. En el correo electrónico ya contestó las preguntas directas de los alumnos. La función del foro es dinamizar el aprendizaje y generar motivación en los alumnos para que sigan conectándose con regularidad. Para ello, cada foro debe estar diseñado contando una historia. El profesor revisa los entregables que había encargado como tarea central. Los corrige con una rúbrica que permite al profesor y al alumno valorar los mismos objetivos formativos. En este punto podremos ver cómo un teletrabajo sin unos objetivos claros nunca funcionará, aunque exista la tecnología y la oportunidad. El profesor, a su evaluación añade unos comentarios motivacionales para animar al alumno a seguir con su aprendizaje individualizado.

El trabajo del profesor, como gestor del grupo, incluye revisar las estadísticas de los alumnos para ver si están alcanzado los objetivos y si se están conectando con regularidad. A los alumnos que hace días que no se conectan les envía un mensaje para animarlos a continuar con su aprendizaje ofreciéndose a solucionarle las dificultades académicas que hubieran surgido. Este trabajo de supervisión y apoyo es el que deben realizar los mandos que encargan teletrabajo. Para ello, si no cuentan con las aplicaciones adecuadas les será verdaderamente difícil gestionar a su equipo.

Como el aprendizaje del profesor es necesario actualizarlo de forma continua, su trabajo personal lo conducirá a conectarse a una biblioteca de Internet para revisar los artículos en las revistas de management y en las revistas científicas de impacto. El docente aprovecha y elige algún artículo relevante que puede servir para ilustrar mejor algún material que ya tenía en el campus. La formación virtual no es un espacio para la improvisación. Tras la búsqueda, vuelve al aula del campus virtual para añadir los links que ha encontrado eliminando aquellos que han quedado obsoletos o que, sencillamente, no son tan buenos. El trabajo no ha concluido aún, ya que le queda preparar un PowerPoint que servirá de soporte para su videoconferencia de la tarde. Ocasionalmente le salta la agenda electrónica avisándole de que tiene una cita prevista en la aplicación de videoconferencias. Se reúne con el alumno o el grupo de alumnos y solventa las dudas en la sesión planificada. A la hora convenida, se conecta a la videoconferencia donde están invitados todos los alumnos del curso, sube el documento PowerPoint e inicia su lección magistral. En estos momentos los alumnos podrán participar preguntado directamente con voz o a través del chat asistido. Hemos observado cómo nuestros alumnos hacen un uso muy adecuado del chat asistido, ya que comentan algunas dudas que en una clase presencial no harían. Muchas aplicaciones de videoconferencias graban estas sesiones de modo que los alumnos las pueden repasar tantas veces como necesiten. Al subirlas al espacio virtual incluso algunas aplicaciones hacen la transcripción de la conferencia. No queda ninguna duda de que la accesibilidad a la información es mucho mayor que en las efímeras clases presenciales.

Todo este conjunto de operaciones que hemos descrito tanto para el docente como para el discente requieren competencia en el uso de la tecnología. La presencia no garantiza que el alumno se lleve a su casa unas vivencias valiosas. Esto ya sabíamos que ocurría con muchas horas de trabajo presencial en la oficina con un escaso rendimiento. El alumno en su casa puede tener unas vivencias igualmente valiosas a través de la interacción con el profesor y el grupo de pares si las tareas y las interacciones están bien diseñadas y cumplen un objetivo. El teletrabajo generará un profundo rediseño de las tareas centrales de la organización que, en estos momentos de crisis, no podemos hacer. Sin embargo, esta crisis está generando un antes y un después. Cuando volvamos a nuestros puestos de trabajo en la oficina sabremos qué tareas son verdaderamente necesarias.

Una última recomendación personal para estos días de confinamiento es no olvidar el hacer pausas y moverse. No podemos salir a pasear, pero podemos usar las aplicaciones de yoga, pilates o mindfulness para poder combatir el estrés y las malas posturas. El teletrabajo a medio plazo ocasiona un sedentarismo que no es adecuado para nuestra salud.

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